En el circo de múltiples pistas que constituye el escenario electoral que vive nuestro país, de cara a los comicios federales del próximo siete de junio en los que se renovará la Cámara de Diputados, se plantea el tema del derecho que reclaman algunas parejas de personas de un mismo sexo, para adoptar niños.
La polémica brota en el Distrito IV de Coahuila con cabecera en la ciudad de Saltillo, en el que participa como abanderado del Partido Encuentro Social el candidato Eduardo Pacheco, activista cristiano que postula como base social a la familia integrada a partir del matrimonio de hombre y mujer, con sentido de unidad y permanencia.
Algunos grupos de presión han impugnado la candidatura de Pacheco y piden su cancelación, porque estiman discriminatoria la postura del candidato que ante la reciente legalización de la adopción por parte de parejas del mismo sexo en Coahuila asegura: "vivimos una sociedad torcida…".
La solicitud de cancelación fue rechazada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal y con razón, ya que lo correcto en un sistema democrático es que no se calle a ninguna de las voces que se pronuncien en un sentido o en otro en cualquier tema de interés público, bajo el principio volteriano según el cual, "yo podré estar o no de acuerdo con tu forma de pensar, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarte…".
Lo cierto es que no todos los homosexuales están de acuerdo con los postulados del llamado Lobby Gay, que como tal es un grupo de presión política cuyo activismo termina por desembocar en la lucha por el poder con un sentido demagógico y pragmático, sin importar ni la verdad, ni el bien, ni la justicia.
Resultan interesantes las opiniones vertidas en marzo pasado por los diseñadores de moda de clase mundial Domenico Dolce y Stefano Gabbana, quienes en una entrevista para la revista italiana Panorama, declaran a partir del reconocimiento de su propia homosexualidad, en un marco de lo que los medios de comunicación denominaron "sinceridad polémica".
A la pregunta hecha a Doménico Dolce sobre si desearía tener hijos respondió: "claro que me gustaría tenerlos, pero soy Gay, no se puede tener todo en la vida…".
A continuación Dolce y Gabbana se declaran partidarios del modelo de familia tradicional y manifiestan que la Sagrada Familia es un ícono que tiene raíces antropológicas antes que religiosas, por lo que consideran que es congruente con la naturaleza humana y no es producto de "moda pasajera". Se pronunciaron por el derecho de todo niño a tener un padre y una madre, hombre y mujer; condenaron el uso de "úteros de alquiler para generar niños sintéticos…" y finalmente proclamaron que la reproducción humana debe ser el fruto de un acto de amor.
La reacción no se hizo esperar. Elthon John, caballero del Reino Unido que adoptó con su pareja masculina a niños concebidos de modo artificial, lanzó una campaña de boicot en contra de la firma Dolce y Gabbana, invitando a sumarse a clientes emblemáticos de la firma, entre los que se encuentran personajes como Madonna, Brytnie Spears, Lady Gaga y el propio Elthon John.
La campaña que amenazó con quemar en la hoguera vestidos y accesorios de la marca Dolce y Gabbana, provocó la réplica de los diseñadores que pidieron para ellos, el respeto a su propia libertad de pensamiento y expresión, a la que indudablemente también tienen derecho.
La exigencia de Dolce y Gabbana está fundada en otro principio esencial no sólo de la democracia sino de toda forma de convivencia, en virtud del cual los derechos de una persona tienen como límite los derechos de sus semejantes. Toca al ser humano en su doble vertiente individual y colectiva, el encontrar el justo medio y los puntos de equilibrio que permitan vivir en comunidad, con el mayor espacio de libertad y responsabilidad para todos.
