Los nuevos líderes de los partidos políticos, Manlio Fabio Beltrones y Ricardo Anaya, llegaron con un discurso de campaña presidencial, como si estuviéramos ya en 2018. Por supuesto que el objeto de sus adjetivos y obsesiones es López Obrador (AMLO). Otra vez empieza la función, así como la vimos en 2006 y en 2012, se repite la misma historia. Quizá esta descalificación temprana sea para preparar el terreno porque el dúo, PRI y PAN, o PRIAN para abreviar, ha de haber leído la encuesta en la que el líder de Morena les lleva una enorme ventaja a todos los demás políticos. ¿Regresamos al 2006, populismo vs mafia?
Beltrones calificó a AMLO de político amargado, obsesionado con el poder, pragmático locuaz; y Anaya no se quedó atrás, insiste en ubicar al tabasqueño como líder "mesiánico" y "populista". Para el PRIAN esta opción es "un peligro para México". La respuesta llegó de forma inmediata, AMLO le dijo a Beltrones que era un mafioso como "Don Corleone" y al panista lo calificó como "aprendiz de mafiosillo". Ya sabemos que el discurso político descalifica al adversario, toma premisas para llegar a conclusiones. Sin duda, se quiere iniciar la guerra sucia del 2018 desde tres años antes, por si acaso se llegan a mantener las cifras del puntero. Frente a este escenario se podría pensar que no vale la pena ocuparse del tema, o quizá sí, porque ese será el lenguaje que escucharemos hasta la saciedad en los próximos meses y años.
Hay una inercia dominante en el debate político para quedarnos con los adjetivos y no entrar a discutir los temas de fondo. En México el debate político es pobre y tiene muy poca exposición pública. Sin duda, hay que hacer un esfuerzo para que los partidos y los políticos discutan con la sociedad civil sus proyectos de país. Resulta una utopía pedir a estos políticos que dejen sus discursos de campaña para el mitin y propongan alternativas para enfrentar los graves problemas que todos los días nos agobian como país. Hasta ahora todo está en contra del debate público abierto, desde la estructura monopólica de los medios electrónicos, el esquema de campañas completamente ahogado en spots, el bajísimo nivel de cultura política de los partidos, la deficiente participación ciudadana, el enorme desencanto con la política y, para rematar, la creciente desconfianza en el entramado institucional, lo que nos deja un panorama al que sólo le faltan las descalificaciones de los líderes partidistas para tener una tormenta perfecta.
El furor con el que arrancan Beltrones y Anaya, nos presenta el cuadro de una partidocracia que no ha entendido nada sobre la descomposición por la que atraviesa. Un sistema de partidos con un déficit enorme de representación, en donde el modelo de acceso al financiamiento público y a los tiempos mediáticos del Estado, una gran renta económica, lleva a los partidos a poner por delante sus intereses particulares. ¿Qué validez puede tener que Beltrones le diga a AMLO que es está obsesionado por el poder, cuando el que acusa ha saltado de un puesto a otro desde hace décadas? ¿De qué le sirve al país decir que el populismo nos llevará a ser otra Venezuela, en la simplista lectura de Anaya? El abuso de la renta económica que hace la partidocracia, más el clima de corrupción y protección institucional y la captura de los llamados órganos autónomos, producen una pésima imagen de la vida pública. Como dice el sociólogo Jean Rivelois, el problema de México no es principalmente la inseguridad y la violencia, sino la corrupción. Y en este terreno el PRI y el PAN han entregado muy malas cuentas. Ante el cinismo sólo nos queda la risa al ver a Beltrones defender a los gobernadores y exgobernadores de su partido (los Duarte, Moreira y un largo etcétera), a Virgilio Andrade absolver a Peña y Videgaray y a Anaya tratar de alejarse de los "moches" que le pasaron a su lado.
Cuando el debate político se queda en las descalificaciones, se genera más desconfianza ciudadana y polarización social. Así, mientras los líderes partidistas juegan a caricaturizarse, el país reprueba en el combate a la corrupción, las reformas fallan y la economía se desbarranca…
Investigador del CIESAS
@AzizNassif