Downton Abbey
Ninguna serie es tan elegante como Downton Abbey. Y ninguna podría serlo, pues trata de la aristocracia inglesa de comienzos del Siglo XX. El glamour caracteriza sus cuatro temporadas; esa palabra francesa que describe a la perfección el modo de vida de las familias de alcurnia. El poder social es el eje central de esta serie que muestra cómo los tiempos fueron cambiando hasta perderse la importancia de ser conde, duque u ostentar cualquier otro título nobiliario.
El primer capítulo de Downton Abbey comienza al día siguiente del hundimiento del Titanic y la elección de ese episodio no pudo ser más afortunada, ya que los historiadores dan por terminada la Belle Époque (la época de la paz europea, la fiesta, los cafés al aire libre, las artes, el romanticismo, el movimiento impresionista, el redescubrimiento de la belleza, la era industrial, los descubrimientos científicos, la abundancia y el comercio en masa) precisamente con el hundimiento de la enorme embarcación.
¿Por qué? Porque el hombre había crecido demasiado a finales del Siglo XIX: todo lo inventaba, lo mejoraba, lo producía e industrializaba. "Este barco no lo hunde ni Dios" fue una vanidosa afirmación al terminar la construcción del Titanic. Por eso su hundimiento significó un baño de humildad para la próspera humanidad.
Posteriormente, la sociedad sufrió una fuerte transición con el advenimiento de las dos Guerras Mundiales pero, sobre todo, con la caída de las altas aristocracias europeas, como ocurrió al finalizar la Primera Guerra Mundial en Rusia, Austria-Hungría, Alemania y Turquía principalmente.
LA CASA DE DOWNTON ABBEY
La casa de Downton Abbey es un microcosmos del macrocosmos europeo. Lo que sucedía en la sociedad y política en Occidente, de alguna forma, con algún personaje o situación, también acontece en la familia del Condado de Crawley.
Es muy interesante conocer en estos mismos personajes quién representa las viejas costumbres, el siglo XIX y quiénes son sabedores de que forman parte del naciente siglo XX, en donde se respiran vientos de cambio con el mundo que ha despegado para no volver a ser el mismo.
Así, la abuela Violeta Crawley (interpretada magníficamente por Maggie Smith), el señor Carson y la señora Hughes, mayordomo y ama de llaves, respectivamente, así como la señora Patmore, quien es la cocinera, se opondrán constantemente a las nuevas ideas, añorando los viejos tiempos en los que las buenas costumbres eran cosa de todos los días.
Ellos mismos serán los más reticentes a los nuevos inventos del Siglo XX. Le tendrán respeto, y hasta miedo, a la luz eléctrica, al teléfono (del que se espantan cuando timbra) la batidora y la máquina de coser, por mencionar sólo algunos ejemplos.
Por supuesto la generación joven es quien sabe que el mundo está cambiando y que el ser humano debe evolucionar con él. La más joven de las hermanas, lady Sybil, será la primera en despojarse de sus vestidos de princesa para comenzar a estudiar enfermería; cambiará tan enjoyadas modas por un atuendo mucho más práctico y, lo impensable, se enamorará del chofer de la casa. La serie retrata los tiempos de cambio, en que las rupturas sociales comienzan a surgir en el mundo de la política y también en el de las comunidades.
PERSONAJES ELEMENTALES
El conde Robert Crawley pertenece en todos los sentidos a la vieja escuela. Es una muestra perfecta del aristócrata que no sirve para nada, salvo para ser conde. Una simple figura decorativa de la aristocracia que sólo gasta y gasta hasta llegar a su misma quiebra. No sabe cosechar sus tierras, no sabe ahorrar, no sabría ni siquiera cómo trabajar, cosa indigna, según su ideología, para las altas clases sociales. Durante los cuatro años que comprenden la Primera Guerra Mundial, se viste de teniente, pero simplemente como forma decorativa, por etiqueta, porque así lo indica la norma, aunque jamás mueve un dedo para defender a su país.
Su heredero, Matthew Crawley, es quien representa la nueva ideología. Estudió, ha trabajado, se ha ganado la vida y sabe que en el mundo hay que sobrevivir con esfuerzo y no mediante un apellido de abolengo, como sucedía. Es un reformador agrario y financiero que se las verá negras ante la forma de pensar de la antigua aristocracia, para la que ahorrar y trabajar, son actividades indignas del apellido.
Quizá el personaje más fuerte de la serie sea el de lady Mary, jovial hija mayor que representa fielmente lo que es una británica de la clase alta: calculadora, fría, casi de piedra. Una mirada de marfil que petrifica a cuanto pretendiente aclama su mano. Su fuerte carácter, más los tan sabios y hasta chuscos consejos de su abuela, forman parte importante del eje de la historia.
ESPEJOS DE REALIDADES
Cabe destacar los universos paralelos que se viven en la gran casa de Downton Abbey, que está dividida en dos partes: la de abajo, donde vive la servidumbre y los pisos de arriba, donde se encuentran las habitaciones de los integrantes flemáticos miembros de la familia.
No obstante la clara separación, ninguno de los habitantes de la casa está exento de nada: si hay una romance prohibido en las salas de arriba, lo hay también abajo; pleitos conyugales, muertes inesperadas de personajes jóvenes, llanto, risas, desesperación.
Toda la gama de sentimientos se vive en las dos esferas, lo que nos indica que ser rico y miembro de la nobleza no significa ser feliz, como tampoco el pertenecer a la humilde y explotada clase trabajadora significa no serlo.
PUNTOS EXTRA
Un deleite la fotografía de Downton Abbey, el cuidado de sus detalles, las reglas de etiqueta, el avance en el tiempo, la transformación de sus personajes y su inevitable adaptación a las nuevas épocas. La cuarta temporada culmina en los locos años veinte, donde el Jazz y el Fox Trot hacen su aparición para espanto de la vieja guardia. Además, la vestimenta se modifica radicalmente en las mujeres, dando avisos de que se aproximan los tiempos de cambio para la liberación femenina.
Como documento histórico y como deleite estético, Downton Abbey está hecha para un público de gusto muy exquisito, que tiene que preparar minuciosamente una pequeña mesa debidamente arreglada con galletas y una tetera, antes de presenciar cada capítulo.
Twitter: @AlexRodriguezSa