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Educación ambiental: contextos

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

La educación en México, como en muchos otros países, está dirigida por el paradigma dominante de la economía convencional, la cual considera a los recursos naturales como infinitos o inagotables, y que, llegado el caso de que no lo sean, la tecnología llegará al rescate, provocando un cambio que hará que aquellos recursos que antes eran inasequibles, ahora lo sean.

Es mínima la regulación, los óptimos se desvanecen y se privilegia maximizar la extracción de los recursos, sean o no renovables, no hay espacio para la conservación, mucho menos para la preservación, se ignora al medio ambiente y se cree que el crecimiento económico puede ser continuo.

Desde hace mucho tiempo, dicha economía marrón ha sido severamente cuestionada, gracias a esto, nuevos paradigmas surgieron para dar la batalla, el más conocido el desarrollo sostenible, que se publicó por primera vez en 1986 en el famoso informe Brundtland, el cual es definido como aquel que satisface las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las capacidades y los recursos de las futuras generaciones para satisfacer las suyas. Catorce años después en la conferencia de Río + 20, se retoma como uno de los temas principales a la economía verde, la cual según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se define como aquella que resulta del "mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reduce significativamente los riesgos medioambientales y la escases ecológica". En forma sencilla, la economía verde es aquella que produce bajas emisiones de carbono, usa los recursos eficientemente y es socialmente incluyente.

La economía azul: 10 años - 100 innovaciones - 100 millones de empleos, es un libro de Gunter Pauli, en el que se trata otro interesante enfoque de la economía: "estamos ante la necesidad de un fascinante e interesante cambio de rumbo en nuestras formas de pensar y de actuar para lograr un cambio radical en nuestros modelos de diseño, de producción y de consumo para asegurar que nuestros sistemas de producción sean capaces de imitar al máximo lo que la naturaleza ha experimentado en miles de millones de años de evolución." Nótese, la congruencia con una de las figuras pioneras del biomimetismo, Janine Benyus, que "introduce una era basada no en lo que podemos extraer de la naturaleza, sino en lo que podemos aprender de ella".

Estos nuevos y fascinantes enfoques son una verdadera opción en la que se puede fundar nuestra acción social y desde luego la educación de niños y jóvenes, de hecho, se han logrado importantes avances, en especial en la oferta educativa formal, ya que los actuales modelos educativos, pretenden una educación basada en conocimientos, habilidades, principios y valores, centrada en el alumno, que además incluyen cursos de educación ambiental y ecología, aunque, tendríamos que aceptar que los resultados hasta ahora, han sido bastante magros.

El motivo es muy simple, si una hermosa semilla pletórica de reservas, con un excelente embrión saludable, se pone en un suelo duro, pedregoso, sin la humedad y los nutrientes requeridos para germinar, finalmente terminará muriendo.

Lograr un mejoramiento integral en la formación de nuestros estudiantes, en todos los niveles académicos, tiene que ir unido a una estructura y funcionamiento mínimo de nuestras dependencias e instituciones, de otro modo, las cosas serán cada vez más complejas y probablemente caóticas.

Tenemos que ser muy cautelosos a la hora de buscar las causas de que no exista la organización que cada plantel debiera tener. El asunto es multifactorial, y los profesores, que por lo general son los primeros a los que culpamos, no son de ninguna manera la causa principal del problema, aunque sí de la solución.

La educación ambiental está inmersa en lo anteriormente comentado, sin embargo, la buena noticia es que la educación ambiental "puede ser el curso más importante de toda nuestra vida". Dice el Dr. Miller, uno de mis mejores profesores de ciencia ambiental: ¿Qué podría ser más importante que entender cómo funciona la Tierra, cómo estamos afectando el sistema de sustento de la vida y cómo podemos reducir nuestro impacto ambiental?

Tenemos mucho que aprender, pero sobre todo, tenemos que mejorar nuestra conciencia y sensibilización para apoyar el reto de la transición hacia una nueva forma de pensar y actuar, de manera que, podamos vivir más sosteniblemente.

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