El camino hacia el arte
La vista de lugares naturales, es quizá uno de los parajes que más llaman la atención de las personas, trátese de espacios boscosos, praderas o desiertos, el encanto que presentan ante su afortunado espectador tiene un halo de hipnótico, ya sea por el mero disfrute de la vista o posiblemente invite a reflexionar en un entorno que de sólo verlo genere en la persona una gran cantidad de emociones.
El encanto que despiertan los paisajes refieren a la capacidad que tenemos de interiorizar, de perdernos en un lugar seguro que se convierta en un refugio del estilo de vida que arrastra la premura y el generar riqueza a costa, en ocasiones, de la misma salud. Por ello tener a la naturaleza a nuestro alcance en sin duda un buen tiempo de esparcimiento y descanso mental, ya sea en su contacto real o admirándolo por medio de fotografías o pinturas. Pero ¿qué hace tan atrayente un paisaje a nuestros ojos? Podríamos profundizar en implicaciones filosóficas tratando de responder esta pregunta o cuestionarnos acerca de la propia existencia y llegar a conclusiones diversas según el punto de vista con el que aborde.
Con respecto a uno de ellos; Denis Dutton se aproxima al tema con una más que interesante hipótesis sobre la afición de la humanidad por los paisajes, especialmente aquellos que incluyen espacios abiertos, presencia de agua, algún tipo de panorámica y signos de vida ya sea animal o vegetal, están determinados por el desarrollo de la especie humana, ya que esa era la perspectiva adecuada para la supervivencia. Entonces, se puede entender que está dentro de nuestra herencia genética este deseo o necesidad de buscar paisajes.
Posiblemente esto tenga que ver en la producción de cuadros con esta temática, de los cuales podemos admiraren diferentes momentos de la historia del arte, uno de ellos quien los plasma magistralmente Jacob Ruysdael (también conocido por Ruisdael), sus pinturas son realmente ventanas a mundos naturales que no sólo recuerdan la armonía de la naturaleza, también se puede encontrar en ellos los tempestuosos momentos de los cuales son escenario. Él es uno de los grandes representes de la pintura de paisajes del barroco en Holanda, su pintura da cuenta de ello.
Entre su producción se encuentran bellas escenas boscosas y marinas, las primeras tiene su característico uso de los contrastes en cuanto al juego de luz y sombras. Es fácilmente reconocer este juego en las nubes que pinta, en su mayoría esponjosas, pero con una vitalidad y dinamismo admirable. "El rayo del sol" es una de sus obras maestras albergada en el museo de Louvre, es rica en detalles es un paisaje idealizado acorde a los de su época, es interesante que la parte del cielo especialmente la nube ocupa prácticamente dos tercios del cuadro, ahí es donde la atención del espectador se centra y permite explorar las escenas secundarias del cuadro, como lo son los bañistas en el rio y el pequeño claro que aparece al centro. Por otra parte las marinas repiten la característica de las nubes en el mar, lo que aparte crea una vista en movimiento en la cual se desarrollan muchas posibles historias.
Razones por las cuales nos parezcan atractivos los paisajes hay muchas, tal vez cada persona tenga una. Lo cierto es que el acercarse a ver este tipo de obras, es sencillo perderse en la inmensidad de lo que representa la naturaleza humana contrastada con la grandeza de lo que está en el cuadro, imaginando historias, buscando detalles ocultos por el autor o relacionándolo con un paisaje conocido.