El camino hacia el arte
El arte como manera de entender un aspecto de entre tantos que tiene el ser humano, es quizá una forma sutil de darse cuenta de la profundidad de percepciones que pueden ser transmitidas mediante una pieza de arte, quizá tenga algo de poético enunciado de esta manera, pero también es cierto que el autor vuelca en su pieza toda una serie de percepciones de aquello que desea plasmar, todo esto impregnado de sus experiencias y emociones y que a su vez el espectador se expone a explorar la obra, pero desde experiencias y emociones diferentes a las de autor, por ello la riqueza de la dinámica que se genera entre ambos es una experiencia de diálogo continua.
Si bien se entiende este diálogo como una forma de comunicación entre varias personas, también puede suceder que se dé con el autor mismo. Ya mencionado por Gardner la inteligencia intrapersonal es aquella en la cual una persona es capaz de comprenderse a sí mismo, es decir, puede identificar y definir qué elementos de su vida interna son activos o no en un momento determinado, los cuales pueden ser emociones, pensamientos o sentimientos y tener una idea realista de su persona.
Entonces, si un artista puede desarrollar un diálogo con su obra, que en sí sería un diálogo consigo mismo puede preverse que aparte de la actividad artística que realiza, está trabajando en el desarrollo de su persona. Principalmente en su autodescubrimiento.
Este hecho no ha pasado desapercibido por quienes estudian el comportamiento humano ni por los artistas, Margareth Namburg y Adrián Hill, respectivamente, encontraron en momentos y lugares diferentes los beneficios que proporcionaba el proceso creativo a pacientes en hospitales, dando pie a lo que actualmente se conoce como terapia de arte, que parte del fundamento que el proceso creativo de hacer arte produce bienestar y mejora la calidad de vida del ser humano. (Asociación Americana de Psicoterapia de Arte, 1996).
Por otra parte, Maslow concibe a la persona autorrealizada como un ser creativo, no exclusivamente en el ámbito artístico también en las acciones de la vida cotidiana, lo cual representa una forma de ser y vivir.
Si con las ideas anteriores aún en la actualidad se tiende a ver al artista más como un arquetipo o un personaje con características específicas fuertemente marcadas por un estereotipo, es pertinente decir que en la Ciudad de México se realizó un estudio que fue publicado en revistas científicas, en el cual se aborda la relación de la creatividad y la psicopatología, en donde participaron artistas y los empleados bancarios, en el cual encontraron que los artistas tenían puntuaciones bajas (con respecto a las pruebas aplicadas) en cuanto a psicopatología y no había una diferencia significativa entre ambos grupos y lo más importante fue que se encontró una correlación negativa entre la creatividad y la psicopatología. Este estudio brinda información muy importante con respecto no sólo a la imagen preconcebida que se tiene del artista, también aporta a que la creatividad contribuye a la salud mental.
Por ello resulta más que interesante y necesario que el arte y la psicología se combinen para generar información de este tipo que luego se traduzca a acciones que favorezcan el desarrollo de las personas.
Resulta significativo preguntarse ahora, entonces ¿El arte cura? Y si es así ¿Qué es lo que cura? O más bien ¿ayuda a descubrir formas eficaces de encontrar los recursos con los que cuenta la persona para enfrentar aquello que se le dificulte? Quizá la respuesta aún no este dicha, pero lo valioso es que en el camino ya se está y es cuestión de tiempo formar nuevas conclusiones con respecto al tema.