El camino hacia el arte

La música como un arte y como una vivencia puede reunir un gran número de significados que se van entretejiendo una compleja experiencia. Si retomamos definiciones este arte refiere a la combinación armónica de los silencios y los sonidos que conforman una melodía la cual puede alternar voz y el sonido de instrumentos.

Si bien debo aclarar que en este campo de las artes me limito a lo que la experiencia me brinda al escucharla y disfrutar. Por ello dirigiré esta reflexión de la música hacia el procesamiento que hacemos de ella con énfasis en la aquello que se genera.

La música es un fenómeno de estudio muy amplio; por una parte el fin estético propio de las bellas artes, sin embargo es también un fenómeno físico ya que por medio de ondas es como el sonido viaja por el espacio y cuando impacta al ser humano se puede explicar el proceso de percepción que ocurre en el oído para que después las ondas sean transformadas en estímulos eléctricos (proceso llamada transducción) que viajen por el sistema nervioso y sean significadas en la corteza auditiva situada en el lóbulo temporal. Naturalmente este proceso ocurre en segundos, pero la música también tiene un impacto emocional en la persona, es capaz de generar emociones o evocarlas. Ahí la complejidad de este proceso, además en diversos estudios se han encontrados correlaciones importantes entre las habilidades musicales y matemáticas, lo que abre más el abanico de opciones cuando se trata de integrar diferentes disciplinas para el desarrollo del potencial del ser humano.

Además el acto de apreciar la música puede convertirse en una especie de meditación, al focalizar la atención en algo que no podemos ver pero que experimentamos de una forma diferente a lo que estamos acostumbrados, la música instrumental se presta para dicha situación. Específicamente el sonido del violín, ese instrumento usualmente asociado al derroche de emoción, brinda un deleite auditivo.

Actualmente el violinista David Garrett es un referente en este arte. Nacido en Aquisgrán Alemania desde pequeño aprendió a tocar el instrumento con lecciones que le dio su padre, posteriormente ingresó al conservatorio de Lübeck, Berlín y en Juilliard School así formalizó su educación. Él se caracteriza por interpretar melodías clásicas con arreglos que sin perder la esencia del tema original le dan una perspectiva diferente, del mismo modo es autor de algunas melodías incluidas en su repertorio. También es actual poseedor del récord Guiness por la velocidad con la que puede ejecutar los movimientos del violín sin distorsionar la melodía.

Se puede mencionar también que sus interpretaciones tienen elementos de gran sensualidad y emotividad que van desde intempestivas ráfagas de sonido que atrapan la atención a mares de calma que invitan a la serenidad y el recogimiento, ideales para la reflexión y la puesta de atención en el sí mismo. Este efecto es empleado en ejercicios de propios de la terapia de artes expresivas, traer al plano físico mediante un dibujo o algún tipo de creación aquello que le genera a persona estos sonidos, ya sean emociones o recuerdos, pero que son tan reales y pueden estar tan ligados a algo que no se puede tocar, pero que es sujeto de la percepción humana.

La belleza que se encuentra al escuchar música brinda un panorama de lo sublime y es ayuda para ponernos en contacto con esa parte de nosotros que emerge cuando le es posible expresar sin palabras, la música es sentir y el sentir es parte del vivir.