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El carrusel

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Cubierto el trámite electoral, los políticos montan de nuevo los briosos corceles de madera o fibra de vidrio en el carrusel donde dan rienda suelta al gusto de dar vueltas, en perfecto círculo.

Osados como son, no temen soltarse del tubo que atraviesa y sujeta su caballito. Muestran al respetable electorado que, pese al resultado, el sube-y-baja de la política no altera su vocación de hacer siempre lo mismo.

Es la estampa de los jinetes de feria que, en su delirio, aseguran galopar al futuro, aunque sólo dan vueltas y vueltas.

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Caperucita Albiazul. Margarita Zavala ha montado su cabalgadura. Lleva un canasto sin merienda, viste capa con capucha azul-panista combinada con falda blanco-ciudadano y brilla su alianza con Felipe. Anticipa que se internará sin miedo en el bosque de pinos, a fin de recuperar el castillo que ocupó su esposo sin habitarlo.

Ahora sí está decidida. No quiere ser diputada ni dirigente partidista. No, quiere romper el paradigma: ser la Señora Presidente, acompañada del Primer Caballero de la Nación, Felipe Calderón que, a fuerza de confusos tweets, no está claro si la impulsa o la frena.

Qué hará Caperucita Zavala cuando Gustavo Feroz Madero, disfrazado de abuelita, le pregunte: ¿Abrirás las fosas que encuentres en el sendero a Los Pinos? ¿Será, como con Felipe, Genaro García Luna tu jefe de campaña? ¿Pedirás el voto a los padres de los niños de la Guardería ABC, de los muchachos de Salvárcar o a los familiares de los muertos y desaparecidos? ¿Vista la habilidad de César Nava en Pemex, dejarás la Hacienda en sus manos?

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Toy Story. Miguel Ángel "Woody" Mancera va a galope tendido detrás del convoy detenido de la Línea Doce del Metro, seguro de hacer conexión con la Línea Dos que lo dejará a las puertas de Palacio Nacional, un edificio de ensueño.

Poco le dice haber perdido el territorio, donde las tribus que lo amparan asentaban su dominio. Ilusionado pero sin mayoría en la Asamblea, respaldo en diez de las dieciséis delegaciones y baterías de repuesto para su fiel escudero, Buzz Lightyear Serrano, él espolea con sus tenis su montura. Quiere llegar, donde dice, la gente quiere verlo.

Tres años tiene seguros en el tiovivo, pero ya forma fila para darse una majestuosa vuelta en el 2018. Woody quiere correr otra aventura.

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El caballo bayo de Hacienda. En el carrusel, Luis Videgaray no lo dice, pero sufre la sensación de regresar una y otra vez al punto de partida. Siente que su caballito -¡cómo va a ser!- no sube como los demás, nomás baja y tampoco crece. Peor aún, retoza cada que algún pelado le grita: ¿Y la casa de Malinalco?

Desde luego, el señor de la Hacienda mantiene la vertical y sonríe como si su estampa fuera de las mejores y, aunque teme traer un caballo con el tobillo roto, no descarta participar en el gran derby.

Hay quienes le recomiendan cambiar de cabalgadura, así sea en el tiovivo. Su corcel no lo proyecta, lo achaparra y, peor aún, da ventaja a quienes antes consideraba sus caballerangos.

¡Arre! Vámonos aunque sea al PRI, a buscar refugio y retomar impulso.

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Los jinetes del apocalipsis. Mareada de tanto dar vueltas en el carrusel que la fascina, la dirección perredista sufre vértigo pero, por puro orgullo y ganas de no perder un solo giro, no reclama al operador parar el tiovivo y tomar aire a ver si se repone.

En la soberbia, incurre en el desvarío y dice cosas que, de absurdas, suenan a disparate. Carlos Navarrete denuncia la asociación de crimen y política en Guerrero, el territorio perdido mucho antes de la elección. Asombra la denuncia de los socios de Ángel Aguirre Rivero. ¿Pues qué la dirección perredista no fundó en Iguala la alianza crimen y política sin castigo? ¿Pedirá apoyo a los padres de los normalistas de Ayotzinapa para denunciar la barbaridad descubierta?

Quizá, siendo devoto de la música ranchera y estando en las ancas de un potro, Navarrete debería entonar: "Este el corrido del caballo blanco...".

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El Cid Educador. Montado en un caballo árabe -inteligente, fuerte y resistente-, Emilio Chuayffet lleva las riendas con una sola mano y blande una espada de plástico en la otra.

La estampa de un moro enojado es nada frente a la furia del secretario de Educación, decidido a arrear a los maestros al salón de clases para evaluarlos. Llueve, truene o relampaguee, ahora sí, verán quién es Emilio enojado.

No está claro si Luis Enrique Miranda que cabalga a su lado es su escudero o defiende a los maestros herejes, si lucha a brazo partido con él o en su contra. Por momentos, pareciera que el subsecretario Miranda intenta arrebatarle la espada de plástico y entregarle la nómina del magisterio que, en el caballo de atrás, un jamelgo que ni sube ni baja, a regañadientes y con desgano va llenando el gran gobernador Gabino Cué.

Quienes miran dar vueltas y vueltas al tiovivo aplauden cada vez que pasa frente a sus ojos ese trío. No tiene par. Quién sabe qué protagonizan, pero son bien chistosos.

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Chu-cu-chu-cu. Entre los caballitos destaca una locomotora, delicia a escala que tripula a título de maquinista Gerardo Ruiz Esparza.

Va fascinado el secretario, jale y jale el cordel que hace pitar su trenecito. Pareciera montar, en realidad, el trineo de Santa Clós repleto de regalos para los contratistas que se han portado bien con el gobierno, bueno, con los funcionarios del gobierno. Lleva pantallas planas, trenes chinos descontinuados, inservibles tarjetas de peaje e infinidad de concesiones para Higa y OHL...

Feliz se ve Ruiz Esparza, siente estar al frente de la Secretaría de Desarrollo Social para ayudar no a los pobres, sino a los ricos. Chu-cu-chu-cu.

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La temporada electoral ha terminado, aunque todavía se escuche su eco. Los políticos no tienen por qué distraerse más con el electorado, están fascinados de regresar al carrusel, al regocijo de dar vueltas y vueltas en perfecto círculo, afición que tan bien dominan y tanto los divierte. Sentados plácidamente en sendas bancas no muy distantes, sonríen Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Les da gusto ver cómo se entretienen los chiquillos, pero les inquieta oír cómo cruje el tiovivo.

sobreaviso12@gmail.com

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