Un joven trotskista, de extrema izquierda, que hace labor social entre las prostitutas de Buenos Aires y se cartea con su amigo, el papa Francisco, fue el autor de la indiscreción sobre la posible mexicanización de Argentina. Así lo reveló, un tanto apenado y con genuina timidez, el pontífice en una reciente entrevista de Televisa con Valentina Alazraki. (Es obvio que el tema no lo deja en paz).
Francisco reconoció que el correo había sido de carácter privado, y que nunca debió filtrarse a los medios, pero tratándose del Papa entendió la tentación de hacerlo público.
En un par de ocasiones repitió que nunca tuvo la menor intención de denigrar a México, un país que muchos envidian porque "Ella" (la Virgen) lo escogió para mostrarse al mundo como madre mestiza del Salvador ("reinecita" de América, la llamó con ternura). Por eso "el diablo" nos castiga. Y los mexicanos, hasta los ateos, tenemos motivos para ser guadalupanos. (En una parte no muy clara de la entrevista, cuando Francisco hace una catequesis de la Virgen, dijo que su aparición explica la maldad y la violencia que nos acosa. "El castigo del diablo", le llamó).
Reconoció que los argentinos son muy engreídos. Pero tras una "encuesta personal" con periodistas argentinos descubrió que más del 90 % de los mexicanos no se sintieron ofendidos por su comentario. Es obvio que le preocupa que lo hayan sorprendido (¿criticando?) a México.
Extraña "callejear". Le apetece visitar una pizzería y hablar con la gente. Vuelve a darnos la impresión de que le atrae el camino de Ratzinger. Hasta tiene la sospecha de que su pontificado será breve, "no más de cinco años". "Dos o tres" ("bueno, dos ya los cumplí…").
Prefiere Casa Santa Marta sobre la soledad del palacio pontificio. Recordemos que después del cónclave, ya con sotana blanca, salió en un cochecito de los guardias del Vaticano para recoger su equipaje y pagar personalmente la cuenta del modesto hotel donde se alojó al llegar a Roma. No creo que desee convertir el papado en un puesto sujeto a rotación…
Está convencido que los muertos de Ayotzinapa no buscan "venganza"; sólo esperan "que se les recuerde". Pero el palurdo de Vicente Fox, más papista que el Papa (y "palero" de Peña Nieto), opina que los padres de los normalistas ya están exagerando la nota. Se volvió ofensivo: "que bien que quieran tanto a sus hijos; que los extrañen y los lloren tanto. Pero ya tienen que aceptar la realidad. El país debe seguir adelante…" ¡Increíble!
Cuesta trabajo imaginar a un pontífice tan sencillo como Francisco. Y más, comparado con el ostentoso cardenal Sodano, que durante el pontificado de Ratzinger actuaba como vicepresidente del Vaticano.
En Santa Marta el Papa desayuna en la cafetería para mezclarse con los demás huéspedes. Ejerce su pontificado sin ínfulas y sin "aires de grandeza". Parece enfatizar a cada paso que el papado no debe separarlo del resto de los mortales…
http://jorgecamil.com
(Analista político)