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El crecimiento que no llega

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El crecimiento que no llega

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Sergio Sarmiento

Nos acercamos al final de otro año con crecimiento decepcionante. Cuando hizo campaña como candidato a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto afirmó que en su gobierno se lograría triplicar la tasa de crecimiento que nuestro país ha tenido en las últimas tres décadas, que ha sido de dos por ciento. Hasta este momento, sin embargo, no nos hemos acercado a la prometida tasa de seis por ciento. Lo que hemos experimentado es, una vez más, una expansión promedio de dos por ciento al año.

Peña Nieto no es el primer presidente que ha prometido elevar la tasa de crecimiento de nuestro país. Vicente Fox, lo recuerda usted, ofreció siete por ciento. Felipe Calderón fue más modesto y prometió ese mismo seis por ciento que buscó Peña Nieto. La gran pregunta es: ¿por qué ninguno lo ha logrado?

A México no le falta capacidad para crecer. De hecho, algunas entidades de la república lo hacen a un ritmo superior al de China. Querétaro y Guanajuato, por ejemplo, tuvieron una expansión anual superior al nueve por ciento en el segundo trimestre de 2015 y han tenido, en efecto, ritmos de crecimiento superiores al seis por ciento al año desde hace algún tiempo.

El crecimiento de estas entidades, que se han beneficiado de su integración a las cadenas de producción de la economía global, y en particular de las industrias automotriz y aeroespacial, ha sido ocultado por el pobre desempeño de entidades como Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

Estos tres estados son los más pobres del país, por lo que el que su economía se mantenga estancada es una tragedia. El problema no es de falta de apoyo del gobierno federal. Chiapas, Oaxaca y Guerrero reciben la mayor parte de los subsidios gubernamentales para desarrollo social. Chiapas ha sido el estado que más dinero en programas asistenciales ha recibido del gobierno, pero esto en lugar de ayudar ha perjudicado. Como la ayuda exterior, el asistencialismo nacional parece desplazar capitales productivos, dificulta las inversiones y genera dependencia.

Otro problema de estos estados es la falta de derechos de propiedad. La mayor parte de la tierra de Chiapas, Oaxaca y Guerrero es de propiedad ejidal. Esto hace muy difícil la realización de cualquier inversión en esos estados. Muchos prospectos de inversionistas han perdido su dinero en esos estados sin poder concretar sus proyectos. Es muy común que compren de buena fe terrenos ejidales para que después tengan que pagar por la misma tierra dos o tres veces más en un proceso de extorsión que se convierte en pesadilla.

La falta de derechos claros de propiedad en las tierras ejidales es la razón principal de la pobreza en el campo de nuestro país y de la situación que priva en las entidades más pobres del país. La productividad de estas tierras es bajísima, debido a la fragmentación de las parcelas y la falta de derechos de compra-venta. Una serie de medidas que se establecieron supuestamente con el propósito de ayudar a los campesinos no ha servido al final más que para condenarlos a la pobreza extrema.

El panorama que nos ofrece nuestro país es que las entidades que tienen mejores derechos de propiedad y que han aprovechado las ventajas de los tratados de libre comercio son los que más han crecido y prosperado. Pero las entidades que no tienen reglas claras de propiedad, y que de hecho impiden la inversión productiva, sufren las inevitables consecuencias. No solamente son más pobres sino que tampoco están creciendo.

Twitter: @SergioSarmiento

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