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FRUSTRACIÓN

RODOLFO CERPA

Tendrá que pasar otro largo año para que el actual número uno del tenis, Novak Djokovic, intente ceñirse la única corona que le falta de su ilustre carrera de los cuatro torneos grandes del deporte blanco después que el pasado domingo 7 tuvo que someterse ante el suizo Stanislas Wawrinka en sólo cuatro sets y en tres horas con 12 minutos.

Para ser sinceros y después de que el nacido en la antigua Yugoslavia se había despachado al casi imbatible de la crema batida Rafael Nadal en la ronda de cuartos, nunca nos imaginamos el desenlace que tendría la final de Roland Garros porque parecía que Djokovic tenía el control del partido hasta que el suizo explotó su sexta pelota de rompimiento emparejando a un set ya que todo indicaba que se treparía al furgón de Don Budge, Rod Laver, Roy Emerson y de los actuales André Agassi, Roger Federer y el mismo Nadal.

El balcánico arribó al último encuentro del abierto francés con una racha de 28 victorias consecutivas y que en este 2015 no había ningún valiente que lo derrotara en la arcilla, por lo que, y sabiendo que Wawrinka tiene 30 años de edad, parecía que estaríamos viendo parte de la historia del tenis y más cuando observábamos que en el tercer set estando el suizo dos a uno y con dos oportunidades de romperle el servicio a Djokovic, éste se sobrepuso y pudo sacar el partido por lo que se llegó a imaginar que de ahí para adelante el serbio navegaría tranquilamente pero en la culpa se llevó el arrepentimiento.

Escasas ocasiones tuvo una victoria, una expresión tan fuera de lo común y al llamado Nole no sabemos si ésta o los descalabros tan adentro de la piel en el 2012 y 2014 y los dos en contra de Nadal le hallan pegado tan hondo, por lo que ahora, el nacido en la antigua Yugoslavia, cae en su tercera final del Roland Garros pero hay una circunstancia que habla por sí sola del arrojo y del acierto del suizo como es el doblar en impactos ganadores a su contrincante en 60 por 30 dejando a Djokovic afligido y tal vez agobiado, dándose cuenta cómo en la undécima pretensión, quizá la más transparente, se le va otra vez el trofeo que más ha estado buscando y que es la única que se le elude una vez que en sus vitrinas tiene cinco veces Australia, dos en Wimbledon y una en Nueva York.

No se puede poner en tela de juicio la estrategia de Wawrinka como fue mostrarse firme, sin dudas y atrevido jugando como sabe mejor hacerlo colocando al serbio a paletear en contra de la corriente y nadie en la capital francesa, incluyendo a Murray que lo acorraló en cinco sets, calculó de esta forma el talento del balcánico de rescatar pelotas y pista.

Y para que más le doliera a Djokovic, el originario de Lausana terminó la obra con la marca de la casa al poner un detonante golpe de revés que tocó la línea y que representa uno de los más mortales que hay en este deporte e inmediatamente envió su raqueta a las gradas antes de reunirse con su rival en la red.

rjcerpa@hotmail.com

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