Cada vez que llega agosto, siempre se me viene a la memoria el que es para mi gusto, y que quede bien claro porque muchos empiezan con decir que dónde queda Julio César Chávez, el mejor peleador mexicano, Salvador Sánchez Narváez quién en un día 12 de este mes pero de 1982, sólo la muerte pudo derrotarlo cuando se encontraba en lo más alto del pugilismo.
Surgido casi de la nada y en el momento donde Dany "El Coloradito" López era el mandamás en los pesos pluma, el nacido en Santiago Tiangusitenco, Estado de México, se subió al ring del Veteran's Memorial Coliseum de Phoenix un 2 de febrero hace 35 años y ante la sorpresa de muchos, venció en 13 asaltos al que en ese momento, no se veía quién pudiera vencer al que fue criado entre los Pieles Rojas.
Después de conquistar el fajín universal, lo defendió en 10 ocasiones siendo una de ellas ante el mismo norteamericano con sangre latina pero lo mejor estaba por llegar porque en ese momento, no se veía a nadie quién le hiciera sombra hasta que, cegado por el orgullo y la arrogancia propia del que en esa ocasión reinaba en la división inferior, peso supergallo Wilfredo Gómez y que al igual en las 122 libras no existía quién lo pusiera en su lugar, tuvo la osadía por llamarla así, de retar a "Sal" Sánchez a una pelea por la corona del mexicano y que causó la mayor expectación en ese tiempo.
El puertorriqueño fiel a su soberbia y prepotencia, después de firmar la pelea aún recordamos cómo se la pasó gritándole a todo mundo que él sería el nuevo monarca universal de los 57.153 kilogramos y que retiraría al mexicano y bla, bla, bla, pero a lo único que sí acertó, fue cuando mencionó que el combate terminaría en 8 asaltos que fue cuando Salvador Sánchez le quitó lo bocón.
Pero después de aquel fatal accidente, muchos se han preguntado ¿hasta dónde pudo haber llegado? Por su calidad extraordinaria, todo indicaba que estaba designado para ser campeón en otras categorías y que por su alto nivel, irrumpiría con renombre en las divisiones de peso ligero junior y ligero.
Su dimensión dentro del pugilismo, lo puso entre los más grandes del boxeo en nuestro país como Julio César Chávez, Rubén Olivares, Carlos Zárate o José Ángel Nápoles, el famoso "mantequilla" que, como todos sabemos, se naturalizó mexicano.
Cuando cumplió un año de su partida o cuando se llegaron diez años de su trágica muerte o en el 2002 o hace 3 años, el suceso de su recuerdo ha sido en grande a tal grado que el 12 de agosto de 1983, el mismo Wilfredo Gómez visitó el lugar donde descansa en el estado de México como un reconocimiento por ser el único que no sólo lo pudo derrotar sino el que lo dejó irreconocible.
Sólo 23 años tenía.
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