Evocación de asombro, ficción, guerra, realidad y vida cotidiana, así aparecían una a una las imágenes y videos que componían el escenario de la mañana del 1 de mayo en Jalisco. Parecía que los parajes revolucionarios descritos por Juan Rulfo en los 17 cuantos que componen la colección "El llano en llamas" cobraban nuevas tonalidades urbanas. Aquí utilizaremos algunas metáforas de Rulfo para analizar los hechos ocurridos en su tierra el pasado 1 de mayo.
"Olía a eso, a sombra recalentada por el sol". En esa selección de los cuentos del escritor jalisciense se incluye una breve y dramática narración de la forma en que es iluminado un pequeño residuo de revolucionarios que es acorralado por las fuerzas federales que en dos momentos distintos los abaten. En la narrativa telegénica del sexenio que corre se ha cuidado que no aparezcan palabras bélicas en su guión.
"Y comenzó la tracatera". Así ante hechos que en la realidad expresan un ambiente de guerra: calles bloqueadas con camiones de transporte público incendiados, helicópteros derribados, gasolineras atacadas, bancos y comercios donde el fuego hace estragos. Si la zona metropolitana no se declaró en estado de sitio, por lo menos se puede afirmar que los sí estuvieron por unas horas en estado de sitio fueron los civiles.
"Los vivos desaparecieron". Las campañas electorales suspendieron sus actividades. Esa misma jornada fue asesinado Ulises Fabián Quiroz, candidato de la alianza PRI-PVEM a la alcaldía de Chilapa, Guerrero. Muertes y medidas que son signo claro de que no había las condiciones mínimas para realizar las actividades cotidianas, llevándonos a la conclusión, otra vez, que tanto molesta e incomoda: Estado Fallido.
"Sentíamos las balas pajueleándonos los talones". La percepción que se crea en los medios masivos de comunicación, clásicos o digitales, ya que parece que hay una tendencia general a suavizar los hechos. ¿Cuál seria la percepción nacional y en el exterior si los hechos del viernes 1/5 hubiera tenido la misma cobertura mediática que el 9/11? Claro que la incansable repetición de la imagen de las Torres Gemelas en llamas también tiene una intencionalidad, no menos perversa que la de suavizar y dejar pasar.
"A los heridos déjenlos encima de algo para que los vean los guachos". La muerte de un candidato a una alcaldía tampoco se ve exenta de la criminalización que un elector es capaz de hacer como reacción primaria a los fenómenos de violencia, así en las reacciones como: "era un político", "seguro estaba coludido", "algo dijo que incomodó alguien", podemos verificar la tendencia a justificar una realidad de la que no queremos hacernos responsables.
"¡Sálvame patroncito! ¡Santo Niño de Atocha, socórreme!". Siendo evidente la urgencia de un proyecto social distinto al que nos ha traído aquí, y habiendo una imperante necesidad de una estrategia para alcanzar la paz, los candidatos no dejan ver en sus campañas una clara política en materia de seguridad. Qué puede esperar un electorado que de una República si sus futuros diputados, que están agrupados en fracciones, no ofrecen propuestas en conjunto en materia de seguridad. Sólo comparten empresas de publicidad y a lo más lo que hacen en conjunto es tomarse fotos. La tentación de invocar heroísmos que nos permitan evadir nuestra participación en las soluciones no es menor.
"Se lo han de haber llevado para enseñárselo al gobierno". Una lógica normalizadora del crimen en la sociedad afirma que: "son reacciones normales después de la detención de un narco", "Son signos de que el crimen organizado se ve acorralado". Son afirmaciones que buscan construir una violencia cotidiana a la que debemos acostumbrarnos a ella e incluso aprender a leerla en algunos casos en clave positiva. Una forma concreta de participación en la solución del estado actual de nuestro país es denunciando este triunfalismo eufemístico que valida la violencia como forma de vida.
"Así que se veía muy bonito ver caminar el fuego…". Comparto muchos de los cuestionamientos que se hacen para evitar declarar a México en estado de guerra. Pero no encuentro un argumento suficientemente veraz para no declarar al país en estado de desastre social. La categoría de desastre la sostenemos, en principio, por no cumplirse uno de los elementos básicos de la actual constitución: "todas las personas gozarán así de las garantías para su protección". Un aspecto que debe ser reconocido al actual gobierno federal es su admirable capacidad de control de daños, pase lo que pase permanece casi intacto. Si no somos capaces de contextualizar los hechos sucedidos el pasado día del trabajo, una vez más habrá hecho un destacado control de daños "… ver hecho una pura brasa casi todo el Llano en la quemazón aquella".