Terror. De acuerdo con su testimonio, 'El Bufón' explotó sexualmente a 400 mujeres y a un número no determinado de niños.
"¿Quieres que te hable de los niños? Bien fácil. Eso es fácil", dice él, mientras masca un pay de zarzamora y abre la boca para usar su lengua como mondadientes.
"A ver, a los niños normalmente los jalan mujeres o hijos de la chin... como yo, con perdón de la palabra. Bien fácil, les dices: 'Te voy a regalar 200 pesos si te subes al carro', '¿qué hay que hacer?', 'nada, necesito tomarte unas fotos y ya' (…) ¿Cómo los elegía? Pues que estén bonitos, tipo hijos de papi, que se ve que les gusta el varo, pero no tienen, como de secundaria, 10 o 12 años.
"Mi gancho es: 'Sólo son dos fotos… pero si te tomo más, pues te pago más', '¡pues va!'. Y nos íbamos a un hotel que ya teníamos apalabrado y sacaba mi Canon ¡pac, pac! (…). Primero con su ropa, después les daba una maleta con ropa de marca y les decía que así, como modelos.
"Luego les decía: 'ahora falta la de ropa interior o traje de baño'. Y empezaba a palparlos. Los chamacos se quedaban de ¿qué onda? Y de repente, 'te voy a regalar 500 pesos nomás porque me dejes ver tu cosita' y 'te voy a dar 5 mil pesos porque te dejes hacer sexo oral y me penetres'. Mientras más dinero ven, más quieren. Y preguntaban: '¿cómo le hago para ganar más?', '¡ah, espérame tantito!', y ya le hablaba a mi patrón: '¡Ya cayó otro!'
"Él me preguntaba: '¿Ya le tomaste fotos?, ¿lo encueraste?, ¿le pagaste?' Les regalábamos su maleta de ropa, los subía a camionetas y los poníamos a trabajar. Las fotos se mostraban a mujeres y hombres: '¿Te animas o no?' y mi patrón se llevaba una lana cada vez que los chavos iban a hacer un servicio (…) Así, bien fácil, ya chambeaban para nosotros".
La grabadora de voz sobre la mesa de una prisión en el centro del país registra la conversación. "El Bufón" habla con cara de fastidio que pretende impresionar a quienes lo rodean. Como si enganchar niños en redes de trata de personas fuera tan fácil como tomar una foto.
Su récord criminal da credibilidad a su relato: él es ex integrante de una de las bandas de padrotes más poderosas del país. Hasta 2009, cuando fue detenido y enviado a prisión, enganchó a decenas de niños -"ya no recuerdo cuántos"- en el Distrito Federal, Estado de México, Michoacán, Veracruz.
Durante dos horas y 52 minutos, en dos días distintos, "El Bufón" traza en su cabeza el mercado negro de los varones menores de edad en México y lo cuenta con el orgullo de quien fue pieza importante hace varios años. "Yo le llevaba de todo a mi patrón: mujeres, niñas y niños. A las niñas yo las compraba, ahí está, 15 mil, 20 mil pesos a sus papás en unos pueblos en Puebla; a los niños… eso era más fácil. Bien fácil".
Lo miro pasmado. Se ríe. Se burla haciendo ademanes de niño.
HUIR HACIA EL INFIERNO
Para entender a este enganchador de niños, hay que regresar a la época en la que nadie lo conocía como "El Bufón". El niño Mario vivía en la ciudad de México con su madre alcohólica y su padrastro drogadicto, quien abusaba de su hermana, un año menor que él.
A los ocho años era obligado por su padrastro a cuidar la casa mientras él abusaba de Fernanda; a los nueve tenía que cobrar a los vecinos que violaban a su hermana; y desde los 10, el niño fue forzado a observar el abuso sexual.
Desde que recuerda, deseaba huir de casa. Hasta que tuvo 12 años hizo su maleta. Lo que pasó la noche de su éxodo fue imperdonable: madre y padrastro llegaron a casa, alcoholizados y drogados, pero en lugar de dormirse, fueron por Fernanda y la violaron. Mario entró a la recámara para defenderla, pero se topó con el padrastro, quien le triplicaba en peso y violencia. "Me dijo 'quítate la ropa' y le dijo a mi mamá 'hazle el amor a tu hijo, quiero ver'. Eso fue traumático. Ver a mi mamá tomada, drogada, haciéndome el amor y usando las mismas palabras de mi padrastro: 'No pasa nada, todo queda en familia'", recuerda.
Mario huyó a la zona de Garibaldi y encontró otro niño que se fue de casa, quien le habló de una cocina económica en San Miguel Allende, Guanajuato, donde conocía a alguien que les daría trabajo. Ahorraron los pesos que pedían en la calle y fueron hacia allá. Mario encontró trabajo y el "amor": incapaz de enamorarse de alguien de su edad porque le recordaba los besos entre su hermana y su padrastro, con sus apenas 14 años se hizo novio de Ana, una señora de 44, clienta de la cocina donde trabajaba.
"Me llevó a su casa, me puso techo. Pero luego empezó con cosas raras, 'cúmpleme una fantasía, quiero ver cómo se lo haces a una amiga', 'que conozco un matrimonio que les gustaste y quiero ver cómo lo haces con ellos'. Yo le decía que sí a todo". Ana, en realidad, era una tratante de niños y le ocultaba a Mario que esos "amigos" eran clientes que le pagaban entre 500 y 5 mil pesos por estar con el joven. "Estuve con chavas, mujeres, matrimonios, hombres, otros niños. La clientela buena de los chavitos son las mujeres".
Antes de cumplir 15, Mario pasó de víctima de abuso sexual a víctima de trata. Un año después, se convirtió en "El Bufón", padrote de niños. Su historia forma parte de un panorama en el que, en México, la trata de personas es el delito que ocupa el tercer lugar en expedientes federales de víctimas, según datos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
Pese a la alta incidencia, no hay cifras oficiales coincidentes sobre cuántas de estas víctimas son varones menores de edad explotados con fines sexuales.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta así sobre la invisibilidad de los niños tratados: "Hombres y los niños varones también son víctimas de la trata de personas (…) el porcentaje de casos descubiertos de hombres que han sido víctimas de trata es desproporcionadamente menor que el de mujeres porque durante muchos años la legislación pertinente ha tendido a centrarse en la trata de mujeres".
EL FINAL DEL 'SHOW'
"El Bufón" debutó en las redes de trata semanas después de rebasar los 15 años. Recuerda que Ana lo invitó a una fiesta "swinger" en una casa en Maravatío, Michoacán. Le dijo que era para que ambos se divirtieran, pero el objetivo era presentarlo con "El Patrón", un padrote que aún está en libertad y cuyo nombre es imposible pronunciar para Mario.
En la fiesta, "El Patrón" le ofreció a Mario trabajo como chofer. Los encargos eran trasladar de un estado a otro "la mercancía" de la banda: adolescentes que enganchaban otros padrotes para servicios sexuales. Así manejó por casi todos los rincones del país. Pronto subió de puesto: de chofer pasó a cobrador y con su Pietro Beretta al cinto se paseaba por calles y prostíbulos del Estado de México para obligar a las víctimas a entregar su cuota diaria. Si no tenían lo suficiente, estaba autorizado a llevarlas a un hotel, golpearlas, violarlas y amenazarlas de muerte. Se reía cuando lo hacía y así se ganó el apodo.
"También enganché ¿no? Los niños que te digo, bien fáciles, y mujeres… como unas 400, yo creo. La mitad iban bien contentas, hasta te suplicaban que las sacaras de su mugrero de casa, pero las otras… pues…".
"SI SUPIERAS LO QUE YO..."
¿Cómo es el mercado sexual de varones menores de edad? "El Bufón" lo desmenuza: a diferencia de las niñas que suelen ser raptadas o compradas, los niños se quedan en casa y "trabajan" a escondidas de la familia. Sólo algunos salen para unirse de lleno a las bandas y vivir en hoteles, donde reciben a los clientes.
"Les dábamos un celular, sólo con un número, y cada vez que nos pedían un chavo les llamábamos. Les dábamos algo para su gasto y el resto era para "El Patrón".
"Hay hombres clientes, sí, y una que otra cosa rara, pero las señoras, 30, 40, hasta 50 años, ellas son las que mejor pagan. Yo cuando tenía 14 años, las que me daban regalos más caros eran ellas. Son más que los hombres, ¡más!"
Casi todo el negocio es por "catálogo de fotos", pero en las calles también se encuentra: en el DF, los puntos rojos están en Garibaldi, Zona Rosa y la zona norte del Centro Histórico; en Toluca, los alrededores del palacio municipal; en Puebla, la sierra; en los destinos turísticos con playa como Cancún, Vallarta e Ixtapa.
"Te vas de espaldas si supieras lo que yo sé", dice "El Bufón", con voz aleccionadora. "La gente, toda, es muy perversa".
El show de "El Bufón" acabó hace seis años. Lo presentía. Había dejado de trabajar una temporada porque sentía cerca a la policía. Lo atraparon en un hotel de la zona de Buenavista, donde se escondía con su hijo.
Le fincaron 24 cargos delictivos, entre ellos posesión de pornografía infantil con fines de distribución, secuestro y corrupción de menores. Su sentencia, 28 años 4 meses, se basó en siete delitos que condensan su historial: violación, violación equiparada, trata de personas, trata de personas agravada, lenocinio, lenocinio agravado y delincuencia organizada.
"Duro, ¿no? Nadie tomó en cuenta que yo me hice victimario porque primero fui víctima", dice, ahora sin ademanes infantiles, apretando el puño. La grabadora de voz que está sobre la mesa de una prisión en el centro del país se apaga. "El Bufón" se despide con un abrazo casi cálido y abandona la sala.
Su cuerpo moreno, delgado, estatura promedio, típico treintañero, pero enfundado en ropa de presidiario, se va a descansar a su dormitorio. En el aire queda suspendida una de sus últimas respuestas:
"¿'El Patrón'? Sigue libre, operando… se mueve por todo el país. A ése sí está ca... que lo agarren". "El Patrón" está libre.

ENTIDADES
Eran donde el tratante trabajaba.
MUJERES
Afirma fue las que explotó sexualmente como tratante.
CARGOS
Delictivos le fueron fincados tras su detención.