¿Qué es más noble para el alma: Sufrir los golpes y las flechas de la injusta legislación electoral, de la manipulada apertura a los candidatos independientes o tomar la determinación de aprovechar la invitación de un partido para poder pelear en contra de un mar de adversidades y oponiéndose a ellas, avanzar la causa? Trabajar, trabajar, trabajar, quizá soñar.
Armado con el conocimiento de la realidad, serle fiel a los ideales en un mundo de simulaciones y mentiras, no confundirse con los espejismos…ahí está la dificultad. En esta lucha en contra de la adversidad conservar el rumbo y respetar la integridad permitirá soportar los latigazos y los insultos del tiempo, la injusticia del opresor, el desprecio del orgulloso, el dolor penetrante de un amor despreciado, la tardanza de la Ley, la insolencia del poder y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno.
Quejarse y sudar bajo una vida cansada, sufrida, obediente, por el temor a algo después de la muerte, el país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve, aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a otros que desconocemos. El temor nos hace cobardes a todos. Así la resolución, enferma por el hechizo pálido del pensamiento, evade empresas de gran importancia y peso que se pierden en nombre del miedo.
Sigo luchando contra la Corte Federal, contra la Suprema Ley del país que se niega a intervenir en un asunto clave para la Nación, defender la Constitución y sus Garantías Individuales en asuntos electorales, defender al ciudadano común de los abusos de las corporaciones, de los partidos. Mediante el recurso de queja, le pregunto al Juez Federal que por qué defiende leyes secundarias e ignora el artículo 35 fracción segunda. No me va a contestar, tendría que romper el cerco, el coto de caza privado que la perversa política a reservado a los "profesionales". Por eso estamos como estamos, y como no hacemos nada, por eso seguimos como seguimos.
Habrá que decidir, pronto.
P.D. Gracias William Shakespeare por tu Hamlet. Su indecisión desató una tragedia.
