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EL PENSADOR AMATEUR

LA (DONALD) TRUMP DEL ICEBERG

FEDERICO SÁENZ-NEGRETE

No me preocupan las insensatas declaraciones del magnate norteamericano con respecto a los mexicanos, soy respetuoso de la imbecilidad ajena, todos tenemos derecho a portar mierda en el cerebro. Lo que me preocupa es que Mr. Trompetas seguramente hizo un cálculo muy preciso sobre el costo - beneficio de sus declaraciones. Lo que me aterra es que el exmarido de Ivana ya sabe que al menos un 20% del culto y cosmopolita electorado norteamericano quiere escuchar justo eso y precisamente con ese patético ímpetu, esto es, al hombre del copete prestado le resultará redituable semejante rebuzno, lo van a tomar en cuenta, va a ser el héroe de los que piensan que Darwin está fumado, va a figurar en la boleta, mínimo como senador. Los miembros de la muy norteamericana sociedad de creyentes que la Tierra es plana, le van a dar su voto. La Nación de los pesos y medidas arcaicos cuenta con un nuevo adalid de la estupidez.

A nosotros, no nos debe de preocupar (y mucho menos ocupar) lo que este güerito desabrido diga, lo que este desarticulado tartamudo mental exprese. Lo que sí tenemos que desarrollar es una potente ofensiva cultural con nuestros socios comerciales para desplegar, a todo lo ancho de Norteamérica, una exposición permanente de nuestra cultura, de nuestras artes, de nuestra gastronomía, cruzada que va a contar con el apoyo y difusión de ese glorioso 50% de norteamericanos liberales y cultos que afortunadamente existen y que sufren ser compatriotas de primates energúmenos.

Hay que tomar con humor las desventuras, pero aplicarnos a fondo con nuestra capacidad de revertir las situaciones, de ganar terreno ante la dificultad, de convertir el insulto en oportunidad.

Si somos capaces de conquistar Norteamérica con nuestra cultura, va a resultar aún más fácil vender allá nuestros productos, pregunten a los franceses por su margen de utilidad, todo lo envuelven con su famoso aroma.

Cierro con el recuerdo de Cyrano de Bergerac genialmente interpretado por mi admiradísimo Gérard Depardieu. El narigón descomunal recibe el insulto de un agresivo contertulio, le dijo algo así como "Imbécil, baboso, engendro, ridículo, animal, tarado, contrahecho, zafio, estúpido".

El ecuánime personaje se le queda viendo al agresor ante el pasmo de la audiencia que esperaba que desenfundara la espada para enfrentar el agravio. Ante el asombro de todos, Cyrano se quita el sombrero en señal de respeto, le tiende la mano y le contesta "y yo, Cyrano de Bergerac, mucho gusto".

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