Los observadores de la realidad política tienen que partir de los hechos, de la muy poca información disponible y de una capacidad de síntesis importante para acomodar los escenarios posibles de acuerdo a la propia experiencia y capacidad.
Las elecciones intermedias, las del 7 de junio del 2015, queramos o no, fortalecieron la posición del presidente Peña Nieto frente a los demás actores de la sucesión en su partido. Los golpes recibidos, brutales, por Ayotzinapa y Tlatlaya, así como por las escandalosas revelaciones de la "casa blanca", fueron de alguna manera superados. Se generó una nueva, aunque pequeñita, luna de miel del presidente con su entorno. Volvió a hablar fuerte, a pisar con confianza. Hasta nos volvió a restregar aquello de que la corrupción es un asunto cultural, incluso amplió el señalamiento, lo hizo antropológico, dijo que era parte de la "condición humana". Nadie protestó, no se le abalanzó el esperado alud de críticas de parte de la comentocracia, salió bien librado.
Todo pintaba bien para los planes que el presidente y su grupo tenían en mente. En eso viene la fuga del recluso más famoso del país. Las caras largas que mostraron los miembros de la comitiva presidencial en Francia no eran para menos. El secretario de Gobernación regresó a México desde la escala que hiciera en Canadá el convoy presidencial, vino para dar la cara a nombre del gabinete y sufrir los embates furiosos de la Nación entera que empezó, ahora sí, a desconfiar profundamente de la capacidad gubernamental para dirigir al país. Con estoicismo, sin derrumbarse, Osorio Chong capoteó el temporal como pudo, sin apartarse del librito.
Hay quien dice que con esto queda liquidada la carrera del presidente Peña, hay quien dice que es una maniobra muy inteligente del gobierno para darle trámite a un asunto muy escabroso, hay comentarios de que el recluso nunca estuvo realmente preso, en fin, se ha desatado la imaginación.
Lo que sí queda claro es que el secretario de Gobernación sale muy lastimado, la falla viene de su área. El segundo más lastimado es el presidente de la República aunque el trato y las condecoraciones recibidas en Francia ciertamente mitigan el golpe en su imagen. ¿Será una maniobra del presidente, y su gente, para sacar de la jugada al secretario de Gobernación y su grupo? Suena a jugada de ajedrez de altos vuelos, una movida peligrosa y sumamente arriesgada.
¿Los que provocaron el autogol querían sacar de la jugada al presidente y a su grupo? ¿Quién sí se beneficia por el hecho de estar buscando colarse en la carrera presidencial al no haber recibido golpe alguno en esta fuga? ¿Alguien que aunque está en la línea sucesoria no se le daban posibilidades reales e incluso se mencionaba insistentemente que mal terminará su período como diputado federal el 31 de agosto sería exiliado a una embajada?
Por lo pronto, Manlio Fabio apareció muy sonriente en el pódium portando su condecoración de la Legión de Honor, máxima condecoración francesa, en los festejos del 14 de julio. Que interesante.
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