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EL PENSADOR AMATEUR

PENSAR EN EL CENTRALISMO

FEDERICO SÁENZ-NEGRETE

Las trece colonias norteamericanas, ellos sí colonias, eran 13 y eran muy diferentes entre sí. De la industriosa y republicana Massachusetts a la esclavista, aristocrática y latifundista Virginia, había un buen trecho. Los representantes de ambas regiones tenían muy poco en común. Para poder unirse, les interesaba crear un gran país, urdieron un cuidadoso entramado de cruce de intereses, contrapesos y salvaguardas para que ninguna colonia pudiese imponer sus ideas a las demás. Esta especie de contrato, ese equilibrio se rompió en 1861 con el debate sobre la esclavitud entre los Unionistas del norte y los Confederados del sur que desembocó en la cruel guerra civil, llamada de Secesión.

Ganaron militarmente los norteños, los secesionistas esclavistas del sur fueron derrotados en el campo de batalla, pero conservaron su ideología y su menosprecio por los afroamericanos y demás miembros de etnias diferentes a la anglosajona. Hasta la época de Martin Luther King, en los sesentas del siglo XX, persistía el Apartheid, así como se oye. Hace unas semanas, después de otra matanza en contra de la comunidad negra, por fin llegó la orden de arriar la bandera de los sureños de los edificios públicos y sedes de poder en los estados sureños por ser símbolo manifiesto de la (jajaja) supremacía blanca.

Nosotros, los mexicanos, siempre fuimos una unidad. Desde nuestra constitución como nación al inicio del Virreinato, muy diferente a colonia, nacimos, nos definimos y crecimos como una unidad. Una unidad bastante dispersa y dilatada, algo abandonada, exageradamente extensa, pero unidad. Tan unidad fuimos que los que quedaron de aquel lado, a más de ciento cincuenta años de separación, siguen identificándose con su patria perdida.

El sistema federalista adoptado por los norteamericanos tenía sentido, es más, no tenían otra opción. O aceptaban los candados para unir semejante diversidad, disparidad, antagonismo, contradicción, o no se constituían en nación.

Nosotros siempre tuvimos una unidad en la diversidad fraguada por una certera postura cultural que España y la religión Católica entretejieron entre el complejo y rico mundo indígena mesoamericano y la codicia europea. México desarrolló en trescientos años un sentido de nación único e indivisible.

Nuestros liberales iniciaron el siglo XIX implantando las ideas federalistas que fueron adoptados por su novedad y por el deslumbrante ejemplo del progreso de las 13 colonias vecinas. Las consciencias de nuestros mejores intelectuales se iluminaba con el sistema norteamericano.

La experiencia resultó desastrosa. Perdimos el 55% de nuestro territorio. Sufrimos el desgarre de luchas intestinas y privilegiamos el caos en nombre de la federalización. Desunimos lo que estaba unido. Aplicamos la medicina que tan bien sirvió a los intereses norteamericanos sin tomar en cuenta que…no éramos norteamericanos.

Ahora, en pleno siglo XXI, después de dos sexenios de alternancia política, nos enteramos que los gobernadores de los estados despilfarraron más de ciento sesenta mil millones de dólares. ¿Cuánto será eso? Más de seis veces la cantidad que integró el Fondo Marshall para la reconstrucción de Europa después de la II Guerra Mundial, una enorme cantidad de dólares que pasaron por las manos de los gobernadores de los estados de los tres partidos del 2000 al 2012. Encima, estamos endeudados hasta la coronilla como país por la irresponsable actuación de nuestros gobernantes estatales. Aparte, los municipios, célula indispensable de la patria, núcleo de poder que si tiene contacto con el ciudadano, están arrinconados, agobiados, sobajados y saboteados por los estados que únicamente privilegian su sede de poder, la capital del estado.

¿Tendrá sentido debatir la factibilidad de un sistema centralista desapareciendo los congresos y el ejecutivo estatal? Votar únicamente por diputados y senadores federales, por alcaldes y regidores. Dejar la estructura del poder con un diseño directo, delgado, moderno.

Que los municipios se entiendan directamente con la federación y reciban sin atrasos o regateos sus participaciones.

En las empresas se están adelgazando las capas administrativas. Los escasos recursos se van mermando conforme pasan de una capa a otra y es urgente aligerar la estructura. Que los recursos sí lleguen a donde están destinados. Eso lo hará mucho mejor el alcalde con la vigilancia de los regidores.

El país está secuestrado por un enjambre de virreyes que no permiten que fluya el recurso a donde se requiere. Han endeudado al país y despilfarrado los recursos. ¿Hay manera de justificar esto?

Los norteamericanos utilizaron el federalismo para unir lo diferente y asi repartir el poder. Nosotros, desunimos lo unido para luego intentar unir lo desunido en un esfuerzo por concentrar el poder y actuar como dictador. Tanto despropósito parece argumento de una opereta. Algo de sentido tenía la frase de menos política y más administración, aunque se molesten los ideólogos, mejor que intenten ganarse el sueldo trabajando como el resto de los mexicanos.

Los ciudadanos, sufrimos la ineficacia e ineficiencia de nuestro sistema político. Ahora que hemos superado el debate de liberales vs conservadores, ya que prácticamente todos somos liberales, debatamos, sin contaminación, con libertad, federalismo vs centralismo.

Algo tenemos que hacer, con creatividad…ya.

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