Hemos cubierto para 2016 el precio de nuestro petróleo crudo de exportación a 49 dólares. Esta cobertura es 36 % inferior a la que se contrató para 2015. Con ella la SHCP previene posibles caídas en los precios. La cobertura financiera amortiguará sus efectos que serán más problemáticos para el tesoro mexicano habida cuenta de la caída que simultáneamente se prevé, quizá de un 10 %, en los volúmenes de producción que en ritmos actuales del órden de 2 millones de barriles diarios, están lejos de los 3 y más millones de barriles de no hace mucho tiempo.
La cobertura que se hizo costará alrededor de mil millones de pesos, superior a las primas que se pagaron en años anteriores. La cobertura protege al erario público contra caídas mayores que el precio que ahora se pacta que es inferior a su vez de los 76.40 pesos por barril convenido el año pasado. En estos momentos el crudo mexicano se está vendiendo a menos de 40 dólares barril.La caída del precio del crudo mexicano reduce el porcentaje que el petróleo aporta al ingreso federal a menos del 18 % del que se tuvo en el primer semestre de 2015. La reducción es más del 30 % que aportó en 2014. Todo lo anterior obliga a una sensible reducción en el gasto público que ya comienza a aplicarse y que se acentuará para 2016 en adelante.
Las noticias no son halagüéñas. En casi todos los países europeos y muchos otros están sufriendo, a veces por otras razones, el decaimiento de sus economías añadido a fuertes índices de desempleo mismo que, para colmo de males, está incitando a cientos de miles de emigrantes abandonar sus hogares del norte de África o de Medio Oriente buscando ocupación refugio seguro en Europa. En Ámerica, la emigración desde México y países centro y sudamericanos sigue fuerte aunque, en nuestro caso, ligeramente más sosegado. En todos los casos, los países más desarrollados, europeos y Estados Unidos, están aplicando medidas para impedir que este flujo aumente sobre los niveles actuales, los más altos de la historia.
Todo lo anterior se vuelve más problemático en México al registrar una paridad Peso/Dólar que supera la que veníamos operando en años más recientes. El que más del 85 % de nuestro comercio exterior se realice con los Estados Unidos haría pensar que poco o nada puede hacerse para liberarnos de dicha dependencia que pone límites al valor de nuestros ingresos de exportación e impide que reduzcamos las importaciones que provienen de ese país. La respuesta, empero, está en aprovechar la circunstancia que se nos presenta en el sentido de que la devaluación del peso es en realidad un aliciente a la exportación al hacer que cada dólar obtenido se transforme en más pesos.
Es el momento de apretar el paso para aprovechar la coyuntura mexicana que la mayoría de los observadores profesionales pronostican como larga. El aumento de nuestras exportaciones es una perspectiva razonable tomando en cuenta que la economía norteamericana está dando señales de una leve, pero real recuperación.
No sólo hay que impulsar la exportación de la industria automotriz en un escenario de mucha competencia. Hay otros sectores como el de maquinaria pesada, herramientas de mano, equipos petroleros, productos básicos, enseres domésticos, frutas y hortalizas frescas, alimentos procesados y de especias, o pesqueros.
Independientemente de tales productos, hay una creciente demanda mundial en la ancha gama de servicios de ingeniería, administración o de logística donde tenemos mucha experiencia.
Lo que le pasó a Grecia nos muestra lo que sucede cuando un país no dirige su desarrollo a una producción que parta de sus propios recursos naturales, por limitados que éstos puedan ser, y que le permitan intercambiar productos en los mercados internacionales. Fue inútil que el líder de ese país haya irrumpido en el escenario internacional con alardes que resultaron huecos por carecer de respaldo económico real.
El que las importaciones de componentes industriales sean las que expliquen las abultadas cifras de nuestras exportaciones es el talón de Aquiles de nuestro comercio exterior y de nuestra economía. Las plantas ensambladoras nos señalan áreas hacia las que la producción nacional tiene que crecer y madurar.
México tiene que estar preparado para participar con mucho mayor vigor en los acuerdos económicos internacionales que ha firmado y en los aún más extensos que se prevén y que ahora se negocian. Un país que tiene una moneda que favorece sus exportaciones tiene claras ventajas. Es cuestión de saber aprovecharlas.
juliofelipefaesler@yahoo.com