El precio del petróleo sigue bajo y hay quienes esperan que caiga más, para luego comenzar a recuperarse, lo que en el mejor de los casos ocurriría al cierre de este año o al inicio del 2016.
En un entorno donde impera la incertidumbre y la volatilidad, no extraña que, entre los que esperan una caída adicional, aparezcan algunas voces que vislumbran escenarios catastróficos, donde el precio del West Texas Intermediate (WTI) cae a niveles de hasta 10 dólares por barril (dpb).
Eso, de ocurrir, presentaría un panorama desalentador para nuestro país, porque los inversionistas internacionales siguen vinculando la suerte de nuestra economía con las tribulaciones del precio del crudo, debido a que una tercera parte del gasto del Gobierno se financia con ingresos petroleros.
En efecto, si el precio del crudo llegase a ese nivel (lo que vale la pena señalar desde ahora que se antoja bastante remoto), no sería sorprendente que hubiera mucha volatilidad en nuestras variables financieras, con el precio del dólar en nuestro país elevándose por encima de los 16 pesos.
Considero que esa visión tan pesimista para el precio del crudo es muy poco probable, pero me parece que faltan todavía algunos meses y quizá más para que volvamos a ver una cotización del WTI (hoy alrededor de 50 dpb) que pueda sostenerse por encima de los 60 dpb.
El precio del crudo lleva varias semanas estabilizado entre 48 y 53 dpb, lo que me hizo pensar que desde ese nivel comenzaría un lento proceso de recuperación. Sin embargo, hay varias razones que hoy me llevan a considerar que, en ausencia de problemas geopolíticos, ese escenario pudiera ser un tanto prematuro.
Primera, la producción de crudo en Estados Unidos (EU) continúa a la alza y pasará algún tiempo (nadie tiene idea de cuánto), antes que la disminución de las nuevas perforaciones y el cierre de las más viejas se empiece a reflejar en una menor producción.
Segunda, la mayor producción de petróleo en EU no ha presionado más el precio del crudo porque una parte se ha guardado en centros de almacenamiento, en espera de mejores momentos para el mercado petrolero.
No obstante, la información a la fecha muestra que esos centros están a punto de saturarse y muy pronto no habrá lugar donde guardar más petróleo, lo que obligará a los productores a llevarlo al mercado, con el consiguiente efecto negativo sobre su precio.
Tercera, mientras que la oferta de petróleo sigue a la alza, su demanda no crece como se anticipaba hace unos cuantos meses, principalmente porque la economía global avanza a un ritmo menor al esperado. Estos movimientos de la oferta y demanda de crudo tienden a presionar su precio a la baja.
Cuarta, el invierno terminó el mes pasado y con la llegada de la primavera se reduce la demanda estacional de hidrocarburos, lo que al conjugarse con los factores anteriores pudiera llevar el precio del petróleo por debajo de sus niveles actuales.
Quinta, la producción de crudo con fracturación hidráulica tiene una velocidad de respuesta mucho más rápida que la de la producción con métodos tradicionales, lo que le permite reaccionar muy pronto ante cualquier reacomodo de la oferta y la demanda que lleve nuevamente a la alza el precio del petróleo.
En consecuencia, si bien no comparto la idea de un desplome del precio del WTI a 10 dpb, las razones expuestas tampoco me llevan a abrigar la esperanza de que pronto regresará a los 60 o más dpb. Los próximos meses veremos, probablemente, un precio del WTI similar al actual, sin descartar que en un extremo pudiera descender, por momentos, por debajo de 40 dpb.
El problema con ese escenario es que, de presentarse, coincidiría con el alza de las tasas de interés en EU, lo que no sólo desalentaría, por lo menos temporalmente, la inversión extranjera en la extracción de petróleo en México, sino que además trastornaría la evolución de nuestras variables financieras, en particular el precio del dólar, y acabaría por dañar las perspectivas de crecimiento de nuestra economía.
Los ajustes de la política económica interna (un recorte pequeño al gasto presupuestal y venta de dólares por parte de la Comisión de Cambios) ante el desplome del precio del petróleo, muestran que nuestras autoridades todavía tienen la esperanza de que ese precio pronto subirá y que, además, se fortalecerá nuestra moneda aún después de que suban las tasas en EU.
Me parece que esa esperanza no tiene bases sólidas. Me pregunto qué tanto más tiene que caer el precio del petróleo y depreciarse el peso para que se anuncien medidas de política monetaria y fiscal que se aboquen a contener las futuras presiones inflacionarias y corrijan el desequilibrio presupuestal que se vislumbra para 2016 y años subsiguientes.