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El Quijote, 400 años

El párrafo 121 del "análisis del Quijote"

Juan A. García Villa

El castellano o español tiene como lengua madre al latín, que desde hace varios siglos es prácticamente una lengua muerta. Del latín nació nuestro idioma y otros más llamados romances. De ello hace más o menos mil años. Por eso el filólogo mexicano Antonio Alatorre, ya fallecido, escribió un interesante libro que tituló "Los 1,001 años de la lengua española".

Lo anterior significa que cuando vivió Miguel de Cervantes (1547-1616) la lengua hispana andaba por su sexta centuria. Han transcurrido desde entonces cuatro siglos. Por su aportación se suele afirmar que la monumental obra literaria de Cervantes, en particular El Quijote, contribuyó de manera notable a la consolidación y enriquecimiento de la lengua española. Que de no haber existido este escritor el castellano sería hoy un idioma más bien pobre, muy imperfecto, poco lucidor. Sin embargo, esta creencia generalizada es inexacta.

De acuerdo con el autor del primer gran estudio de la magna fábula cervantina, Vicente de los Ríos, quien escribió el "Análisis del Quijote" publicado en 1780, "Análisis" al que hice referencia aquí la semana antepasada, Cervantes no consolidó la lengua española sino que sencillamente evitó su muerte. Afirmar que la enriqueció es decir poco, pues impidió que su proceso de deterioro llegara al extremo de provocar su extinción. El amable lector advertirá que se trata de dos situaciones radicalmente diferentes.

En efecto, en el muy interesante párrafo número 121 de su "Análisis del Quijote" Vicente de los Ríos da cuenta de que varios escritores contemporáneos de Cervantes (como Francisco Medina, Fernando Herrera, Ambrosio de Morales) "se quejaban del abandono y descuido con que los españoles miraban su lengua, la cual -agrega- llegó a envilecerse y abatirse de modo que nadie se determinaba a valerse de ella en asuntos capaces de mejorarla y perfeccionarse". Es decir, preferían no utilizarla.

Por ello, afirma De los Ríos, "No se escribían por lo común en castellano sino vanos amores o fábulas varias: nadie osaba encomendarle cosas más notables, temiendo obscurecer la obra por la bajeza del lenguaje, de lo que resultaba que no había libros cuyo estilo fuese texto de la lengua, y cuya limitación e imitación sirviese de regla para decir correcta y elegantemente".

Continúa el mencionado párrafo 121 así: "A esta sazón principió a escribir Cervantes y a mejorar nuestra lengua, hasta llegar a lo último de su perfección. España admirada -escribe De los Ríos- vio en El Quijote una repentina y súbita transformación de nuestras antiguas fábulas: la vanidad cambiada en solidez, la bajeza en decoro, el desaliño en compostura y la sequedad, dureza y grosería del estilo en elegancia, blandura y amenidad".

Y nos estamos refiriendo al español, nada menos que "la lengua más hermosa que se habla bajo el cielo, desde que la de los griegos ya no suena", según ha escrito un filólogo y políglota contemporáneo, cuya lengua materna no fue por cierto el castellano. Este interesantísimo tema lo abordaré más adelante. Por lo pronto vale concluir que está más que justificado, cuando se alude al castellano, llamarle la "Lengua de Cervantes". Pero no tanto por haber sido en la que él escribió, no -si hemos de creer a De los Ríos- sino porque la rescató del proceso que la llevaba hacia la muerte.

Vaya a manera de anécdota la siguiente: En 1978 María Teresa León, escritora española, publicó en 193 páginas una breve, pero amena biografía de Cervantes. Se trata de un librito que -aunque con varios y notorios errores- es de los que se dejan leer en un fin de semana. Lo significativo de él es el subtítulo que lleva y lo dice todo: "El soldado que nos enseñó a hablar" (22)

Jagarciav@yahoo.com.mx

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