El riesgo de vivir con várices
Marisela trabaja como empleada de un supermercado alrededor de siete horas al día, su labor consiste básicamente en permanecer de pie frente a una caja y cobrar artículos, sin embargo, sus piernas deben resistir su dura jornada laboral con una circulación relativamente lenta, eventualmente sus venas se comenzarán a hinchar y será una de las millones de personas en todo el mundo en padecer las molestas várices, un mal común, riesgoso y crónico.
Hablar de várices es hablar de la consecuencia de un estilo de vida determinado, en al menos un 97 por ciento de los casos se da la aparición de las mismas debido al poco movimiento, malas posturas y falta de ejercicio a la que se ven sometidas las piernas.
A este padecimiento se le denomina también insuficiencia venosa crónica, se refiere a la poca capacidad que tienen las venas de las piernas para regresar la sangre hasta la zona del tórax para que de ahí sea bombeada por el corazón.
Físicamente, las venas de las piernas ya encuentran condiciones relativamente adversas para regresar esa sangre desde el momento en el que nacemos, las extremidades inferiores se encuentran más alejadas del corazón y al estar de pie la gravedad también hace su parte. No obstante, cuando una persona mantiene una actividad física regular, da movimiento adecuado a sus piernas y lleva una dieta balanceada no suele ocurrir ningún problema, desgraciadamente no todas las personas pueden seguir esas instrucciones al pie de la letra.
Con el paso de los años las venas pierden algunos elementos químicos que ocasionan una pérdida natural de elasticidad en sus paredes, entonces será más complejo que la sangre sea bombeada hacia el corazón y generalmente se acumula donde la flexibilidad venosa ha sido perdida. Eventualmente la sangre se acumula en esos puntos y se forman cruces de venas hinchadas, abultadas sobre la misma piel formando oficialmente las várices.
UN MAL COMÚN
La comunidad médica internacional ha estudiado este fenómeno tan común en los últimos años y ha encontrado que en siete de cada diez casos son las mujeres quienes reportan la aparición de várices al acercarse a los 40 años de edad, incluso suelen aparecer alrededor de los 30 o hasta los 20, debido a los hábitos cada vez más sedentarios de la sociedad.
Tampoco los hombres están exentos de sufrir los efectos de la insuficiencia venosa, aunque en caso de que la padezcan se relaciona a los mismos motivos que en las mujeres, y cuenta con los mismos canales de tratamiento.
En las mujeres embarazadas también suele ocurrir este fenómeno, aunque usualmente desaparece algunos meses después de que dan a luz y siempre que se cuente con una dieta y estilo de vida adecuados.
MÁS QUE UN PROBLEMA ESTÉTICO
Es cierto, descubrir que se tienen várices es molesto por diversos motivos, en primer lugar porque representa una imperfección estética en las piernas, en el caso de las mujeres suele generar vergüenza cuando la intención es utilizar faldas o pantalones cortos; tener venas hinchadas en las piernas da a la vista una impresión de enfermedad o alguna falla en la salud, por lo que casi siempre se termina escogiendo una prenda que pueda cubrir el punto varicoso.
Sin embargo, la mayor problemática de tener insuficiencia venosa crónica está relacionada con la salud, tener puntos donde la sangre se acumula tanto supone un esfuerzo extraordinario para la extremidad afectada, el músculo deja de recibir la sangre que regularmente tenía disponible y ocasiona una sensación de mayor esfuerzo cuando se le trata de mover.
Caminar grandes distancias, subir por escaleras y dar saltos se vuelven maniobras físicas muy difíciles por la ausencia de la sangre y el oxígeno en los músculos, además de que después del esfuerzo se suelen sentir dolores, punzadas y hasta hormigueo en la zona de las várices.
No obstante, el hecho de tener várices ya supone que esas sensaciones lleguen incluso sin realizar una gran actividad física, situación que disminuye la calidad de vida y hasta merma la vida laboral en muchos sentidos.
Cada persona que tenga algún grado de insuficiencia venosa crónica resultará con varices de acuerdo con su caso, en general los menos graves suelen sólo aparecer como pequeñas ramas o arañas rojizas en la parte superior de las pantorrillas, en los muslos e incluso en las ingles, en casos más severos las venas se comienzan a tornar de color oscuro, se hinchan y sobresalen de la superficie de la piel.
A esas últimas se les denomina várices tronculares, son las de mayor amenaza para la salud pues técnicamente son acumulaciones de sangre y coágulos con las que las posibilidades de un accidente vascular estarán latentes.
Entre las complicaciones que supone tener un caso grave de várices se encuentran principalmente la probabilidad de una trombosis a causa de los coágulos de sangre, además de alguna hemorragia a causa de alguna herida en la zona de las várices o incluso un accidente.
Regularmente las várices tronculares producen comezón debido a la resequedad en la piel y los síntomas del hormigueo, rascarlas con mucha fuerza representa un peligro muy grave de romper la vena o incluso de producir alguna infección a causa de la irritación producida. En caso de una hemorragia se cuenta solamente con minutos para acudir a la sala de emergencias y evitar una tragedia.
EL MEJOR TRATAMIENTO
Actualmente no existe un medicamento o tratamiento para evitar de manera definitiva las várices, el principal consejo de especialistas es tratar de llevar una vida saludable que incluya hacer ejercicio de forma regular, buena alimentación y evitar pasar mucho tiempo en una sola postura.
Una vez que se cuenta con el diagnóstico de várices se pueden solicitar alternativas para tratar de eliminarlas en su mayoría, ya sea mediante medicamentos y ejercicios o con una cirugía. Los medicamentos se aconsejan tal para quienes tienen várices pequeñas y que sólo amenazan el aspecto estético, las cirugías y otros procedimientos (como el láser cauterizante y el corte de tramos venosos afectados) se recomienda para los casos tronculares.
Otras medidas como la herbolaria o las vías homeopáticas pueden funcionar, siempre y cuando sean consultadas previamente con el especialista, quien será finalmente el que determine si existe un riesgo real o sólo se trata de una mejora estética.
Twitter: @betoiturria