(El Siglo de Torreón)
La gran bandera de la Plaza Mayor en Torreón, acortejaba la salida de los santistas que emprendían el viaje al Estadio Corregidora, lugar donde Santos Laguna tenía amplias posibilidades de ser campeón por quinta vez.
Banderas ya con la estrella número cinco en el escudo, hacían emocionante el poder ver dar la vuelta olímpica a un equipo que a principio de torneo se les veía derrotado y sin un futuro exitoso; los pupilos de Pedro Caixinha hicieron vibrar a La Laguna con un 5-0 y una liguilla perfecta.
Tres camiones salieron a las 9 de la noche con las esperanzas de llegar a Querétaro a derrochar pasión, con la playera verde bien puesta en busca de la supremacía norteña; un viaje largo, pero con un destino histórico de ser campeones.
En el maletero se encontraban pocas cosas, sólo una tarola y dos maletas, la gente no necesitaba más para ir a un estadio de futbol. Sólo la playera santista y algunos artículos de sobrevivencia como agua o refrescos.
MIEDO A LAS BARRAS
Un camión con porras familiares se acercó a una tienda a abastecerse de alimentos, por la ventanilla abre un muchacho delgado y con algo de miedo: "¿Son de la porra?", comentó con incertidumbre y algo de desconcierto.
La familia empezó a explicar que no eran barra, sino una porra; las ventanillas de aquella tienda estaban preparadas para evitar robos o algún percance con los grupos de animación.
"Yo un día viajé con la porra, siempre se roban cosas, por eso el muchacho tenía miedo", decía entre risas una señora su experiencia en aquellos viajes, donde en su plática afirmaba que los robos y el vandalismo se hacía presente en el trayecto a algún estadio fuera de La Laguna.
El viaje siguió sin ningún problema alguno, el trayecto por la carretera a Cuencamé empezaba a dar color a un viaje que podría ser del recuerdo.
SAN LUIS POTOSÍ, UNA FRÍA PARADA
En plena madrugada hizo una parada poco usual. Salinas, San Luis Potosí, un centro camionero austero, con algo de neblina y un frío que pareciera estar en invierno en vez del calor que vivimos en la Comarca.
Algunos santistas sufrieron de frío al bajarse, probablemente el cambio brusco de clima haya repercutido en la salud de alguno de ellos, pero no parecía importar, el pleno camino al campeonato, estaba más cerca, aproximadamente a 4 horas de carretera.
HISTORIAS QUERETANAS
La llegada a Querétaro fue especial, la ciudad con un estilo muy parecido al Distrito Federal hizo interesante a varios santistas su visita. Pequeñas fondas con comida artesanal, el clásico vocero de periódicos, calles empedradas y mucha gente en la calle desde tempranas horas del día.
Al empezar a desayunar en una fonda situada en la calle Independencia, cerca de la Plaza de Armas, se acercó un anciano, con apariencia amable y de una plática amena: "¿Vienen a ver al Querétaro?", preguntó con una sonrisa y una tranquilidad tremenda.
"Pedrín", apodo que pidió que se le diera por su trayecto en segunda división profesional y el cronismo deportivo local.
"Querétaro antes era como el América, era un equipo importante, junto con Pachuca fueron de los primeros equipos en la segunda división mexicana", contaba 'Pedrín' de la historia que han tenido los Gallos Blancos.
El centro histórico de Querétaro se llenó de santistas, la adrenalina de una final estaba latente, incluso más que los propios queretanos, el pobre resultado que sacaron de Torreón los tenía contra la lona anímicamente.
Aun así el ambiente de final persistía. Espectaculares en apoyo a Gallos Blancos era increíble, nunca la ciudad había vivido tal cosa, según las palabras de Ricardo, un aficionado al Querétaro.
"Era tanto el furor, que el jueves hubo disturbios, golpearon a revendedores para sacarle los boletos", contaba Ricardo.
PESOS
costaban los boletos en la reventa minutos antes del juego; el más caro estaba en 2 mil.