ENTRADA.- Aún no sabemos si Elba Esther Gordillo es culpable o no de los delitos que se le imputan. Después de dos años de un largo proceso, muy al estilo de la justicia mexicana y tan similar a la justicia que en estas tierras se practicaba en los tiempos del virreinato (por lo larga y prolongada), no hay la certeza en el ánimo de los jueces que la juzgan de que sea responsable de alguno de los delitos que le imputaron como: lavado de dinero, operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa o defraudación fiscal.
SOPA.- Así las cosas, nuestra justicia se exhibe nuevamente en todo su esplendor confirmando que a los mexicanos no se nos quieren dar la traída y llevada justicia. Estamos acostumbrados a manosear y ensuciar los procesos civiles, pero especialmente los penales. Los que deberían ser procesos abiertos, transparentes y a la vista de todos como lo manda la ley, los transformamos en un siniestro procedimiento de acumulación de expedientes, que entre más enredados y confusos, más a modo del poder público, muy especialmente si se trata de procesos en los que hay involucrados personajes de la política caídos en desgracia, pues es una verdad ancestral que en este país únicamente se procesa a los políticos bandidos que han caído en desgracia. Los que no han caído en desgracia siguen practicando su modus vivendi de manera abierta y hasta presumiendo sus posesiones en revistas del corazón y en las páginas coloridas de las secciones de sociales de todos los periódicos del país. Es más, hasta algunas de sus hijitas publicitan su riqueza en las redes sociales para coraje y envidia de la prole.
PLATO FUERTE.- Lo que sí es una verdad de a kilo es que nuestra Constitución, ese vetusto y olvidado documento las más de las veces por los administradores de la justicia, en su artículo 20 dice: "De los derechos de toda persona imputada:
"Se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa" . "Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública, protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se ponga en riesgo la revelación de datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que existen razones fundadas para justificarlo".
Existe entonces la garantía de presunción de inocencia a favor de la maestra en tanto no se dicte una sentencia condenatoria firme; pero ahora se da el caso que ministerio público federal (¿por consigna de quién?) se opone a que a Elba Esther se le conceda la prisión domiciliaria a la que tiene el pleno derecho constitucional, pues satisface todos los presupuestos previstos en la ley, especialmente el que haya cumplido 70 años o más de edad.
Con esta actitud, lo que podía haber sido un claro proceso a una delincuente, se transforma en un retorcido procedimiento penal de tipo político o de una vulgar represalia del sistema en contra de uno de sus disidentes.
Así volvemos a caer en la esa desaseada administración de justica en la que ningún mexicano cree.
El gran riesgo sería que la maestra por sus enfermedades y padecimientos se les muriera en la cárcel. Entonces sí las cosas se podrían buenas.
POSTRE.- Sin duda lo dulce de la semana ha sido las órdenes de aprehensión giradas en contra de más de 15 operadores de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) en Oaxaca, como presuntos responsables de la comisión de una serie de delitos, todos ellos en flagrancia y de frente a las cámaras de los medios del país y sus reporteros.
Aquí es donde el pueblo de México podrá medirle el agua a los camotes y comprobar si en verdad este régimen está decidido a cumplir y hacer cumplir la ley hasta sus últimas consecuencias, o se trata simplemente de una medida de presión para llegar en lo oscurito a un arreglito con la Sección 22.
DIGESTIVO.- Como siempre, nuestras leyes, nuestros jueces y agentes del mp exhibiendo sus vergüenzas ante la tristeza y decepción de los mexicanos.