Las candidaturas difundidas estos días para gobernadores de nueve estados -que se renovarán en junio- y el anuncio del Instituto Nacional Electoral de los montos de financiamiento gubernamental y no gubernamental para las elecciones legislativas de este año, engarzan con las sugerentes conversaciones en las redes que originó mi comentario anterior en este espacio, sobre las migraciones de comunicadores de unos a otros medios ocurridas este principio de año.
"Realineamientos en la aldea", las llamé, en el marco de una batería de noticias generadas en ámbitos locales, pero que conmueven la esfera pública global. Esta semana se agregó a esa lista la formación de un gobierno de izquierda radical en Grecia, un país de 11 millones de habitantes, menos del equivalente a la suma de los de Puebla y Guanajuato, lo que no impidió que la elección de Alexis Tsipras cimbrara las capitales europeas y pusiera en alerta a la economía mundial.
Algunas reacciones en la red a mi mención de los reacomodamientos en los medios mexicanos corrigieron que esos enroques se realizan con miras a las elecciones intermedias de nuestro país. Me advirtieron, citándome, que esas migraciones de los comunicadores se inscriben en el viejo esquema de clientelismo político de los medios latinoamericanos.
No toda política es local. Otros interlocutores digitales argumentaron que las elecciones mexicanas de 2015 mostrarán, contra las veleidades 'globalócratas', que toda elección -así sea nacional o supranacional, como la del Parlamento Europeo- es, por naturaleza, local, es decir, la deciden los electores de cada localidad, en respuesta a los temas locales cotidianos, antes que a los grandes agregados ideológicos.
Y aquí hay que empezar por matizar la tesis que se tomó como axioma en los Estados Unidos de finales del siglo pasado de que toda política es local, recogida en el libro All Politics Is Local: And Other Rules of the Game.
Suscrito por un ganador de 17 elecciones que lo mantuvieron 34 años en la Cámara de Representantes, de la que fue líder 10 años: del demócrata progresista Tip O'Neill, el libro fue un sano contrapunto a las visiones totalizadoras de la globalidad. Pero hoy se puede hacer una lista de elecciones estadounidenses definidas, no por pulsiones locales, sino por la apelación a "peligros externos" -globales- llámense comunismo, terrorismo o migración.
Primarias fácticas. En el México del partido dominante la dimensión local de la política solía ser apabullada por las decisiones del poder concentrado en Palacio Nacional. En las nominaciones de esta semana de candidatos, ya en este México de la competencia electoral, hay más espacios para las preferencias locales, aunque menoscabados por las presiones de los padrinazgos nacionales da cada partido.
Pero hay otro condicionamiento severo al viejo axioma de que toda política es local: el financiamiento privado, abierto u oculto, propio del modelo estadounidense, del que México no escapa, a pesar del oneroso financiamiento público a sus partidos. Apenas el fin de semana pasado se realizó en Palm Springs el encuentro de invierno de centenares de multimillonarios, contribuyentes a campañas de aspirantes a puestos de elección en Estados Unidos. Esta organización, encabezada por los hermanos Koch, financiará el año próximo campañas por más de 12 mil millones de pesos, el equivalente al gasto total de cada uno de los grandes partidos, lo cual la convierte de hecho en un tercer partido y a su proceso de selección de candidatos, en una efectiva elección primaria a manos de un puñado de super ricos.
¿Su programa?: revertir la reforma al sistema de salud y la política migratoria del presidente Obama. ¿Su dilema, como el de los grandes poderes fácticos de México?: comprar aspirantes a puestos públicos o alquilar a los ganadores, por obra determinada, como ocurrió con el grupo parlamentario que acompañó al poder privado que resistió aquí hasta el final, con todos sus recursos, a la reforma de las telecomunicaciones.
(Director general del Fondo de Cultura Económica)