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Hablar de la muerte de un ser querido con los niños

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Psicóloga Paulina Hernández Cornejo

Explicar este proceso no es nada fácil, sin embargo es una situación que todos los seres humanos enfrentamos en algún momento, es un hecho ineludible de la vida, por eso es importante conocer y disponer de recursos que nos ayuden a hacerlo de la manera más apropiada.

Cuando una familia se enfrenta a la muerte de un ser querido, callar, ocultar, ignorar o dar explicaciones equivocadas a los niños sobre lo que está pasando, puede dar como resultado que la experiencia de la muerte, además de ser sumamente dolorosa, se convierta en algo complicado o patológico.

Son muchas las dudas que surgen en la mente de los adultos con respecto a la manera de abordar el tema de la muerte con los niños y adolescentes. ¿Puede llegar a entender qué es la muerte? ¿Es mejor contarle u ocultárselo? ¿Qué hacer si nos pregunta? ¿Es diferente la vivencia de la muerte si el niño tiene cinco o 10 años de edad? ¿Puede un niño estar en duelo? ¿Cómo le explicarle lo que ha sucedido? ¿Cómo le puedo ayudar? ¿Necesita apoyo especial? ¿Debe vernos tristes? ¿Qué pueden hacer los profesores cuando un niño se encuentra en duelo?

Es fundamental contar con recursos que ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma posible, así como escuchar y atender las necesidades de los niños y adolescentes.

LA CURIOSIDAD DEL NIÑO ANTE LA MUERTE

En la actualidad, los padres se preocupan sobremanera por procurarle a sus hijos una vida lo más cómoda posible, fácil y alejada de toda frustración, desean que no sufran y que nunca la pasen mal. Con este constructo artificial de una vida sin limitaciones, donde todo es posible y sufrir es evitable, la muerte no tiene cabida y debido a la enorme angustia que ocasiona se le aleja lo más que se puede.

Sin embargo, además de la familia, el niño se desenvuelve en otros contextos donde está expuesto a este tipo de información que se le quiere evitar en casa, y es cuando puede preguntar sobre la muerte. Los padres reaccionan tratando de evitar el tema principalmente porque a ellos les causa demasiada angustia, pero decirle al niño “olvídalo” o “no te preocupes por eso”, no calma su deseo de saber, sino todo lo contrario, su inquietud puede aumentar al ver la intranquilidad e incomodidad que sus preguntas generan en los adultos, así que lo puede significar como algo que es terriblemente malo o desagradable.

Existe la creencia errónea de que mientras no se le hable al niño del tema no existirá para él, pero en realidad no es esto lo que sucede, ya que cuando el niño no sabe, pero intuye o desea saber, lo que hace es fabricar fantasías con diversas teorías propias inventadas por él. Este es un recurso utilizado por los niños porque lo que viven con mayor angustia es que sus intuiciones queden sin explicación.

EXPLICAR LA MUERTE A CADA EDAD

La muerte es un concepto complejo y toda persona tarda tiempo en conocer su significado total. Los niños reaccionan y comprenden la muerte de diferentes maneras de acuerdo a su edad, el momento evolutivo, su mundo emocional, su desarrollo cognitivo, su grado de madurez y su capacidad de conceptualizar. El estilo de comunicación y las actitudes que la familia posea ante la muerte también influirán en el proceso.

Primera infancia (antes de los dos años de edad): para ellos la muerte sólo es una palabra, no hay comprensión cognitiva de su significado, más bien perciben la muerte como ausencia, sienten la 'no presencia' de la persona fallecida. Lo más importante que podamos hacer cuando los niños son tan pequeños es mantener sus rutinas, horarios y ritmos. Dar continuidad y seguridad a su mundo es lo que verdaderamente necesitan. En la medida de lo posible es vital tratar de mantener sus espacios tal y como estaban antes de la pérdida, minimizando así la aparición de cambios que puedan crearles más inquietud, desconcierto o inseguridad.

Niño de preescolar (tres a seis años de edad): se debe utilizar un lenguaje claro, preciso y real a la hora de explicar todo lo que tenga que ver con el hecho de morir o la noción de muerte. Ayudarles a entender que la muerte es irreversible, que nunca se volverá a ver a las personas que fallecen, ya que ellos pueden compararlo como una forma de sueño, por lo que piensan que en cualquier momento la persona fallecida puede despertar y volver. También se les puede explicar, ante su duda de si los padres también van a morir, que lo harán cuando sean muy mayores. El uso de múltiples “muy” implica que las personas suelen fallecer cuando son ancianas, lo que quiere decir que ellos ya serán personas adultas.

Niños escolares (seis a 10 años de edad): a esta edad los niños saben que la muerte es irreversible y definitiva, de modo que lo que necesitan es que se les explique la muerte de un ser querido atendiendo a los hechos y las causas que la han provocado. En esta edad será fundamental que se atiendan todas las dudas que el niño puede tener acerca de la muerte, lo importante es entablar un diálogo con ellos. Se trata de escucharlos teniendo en cuenta que sus preocupaciones irán dirigidas a averiguar qué le pasa al cuerpo cuando muere, qué va a pasar ahora con su vida, qué puede ocurrir si alguien de su entorno enferma o muere, así como que es posible que haga preguntas orientadas a saber en qué consisten los ritos de despedida de nuestra cultura (funerales, entierros, etcétera). Hacia los ocho años un niño puede participar en las ceremonias de despedida si quiere, pero es fundamental acompañarle y explicarle con antelación en qué consisten.

CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DEL DUELO EN LA INFANCIA

El proceso de duelo en los niños va a estar condicionado por su capacidad cognitiva y lo que alcance a comprender sobre la muerte; su estado de salud en el momento de la pérdida; la naturaleza de su relación con la persona fallecida; la calidad del acompañamiento que reciba y los recursos externos de los que disponga durante su duelo.

Los pequeños necesitan la presencia real de sus figuras de apego. Perder a un ser querido e importante en la infancia requiere de la puesta en marcha de todos los recursos externos que rodean al niño, ya que sus recursos internos son todavía frágiles y deficientes.

Los niños dependen de los adultos para elaborar su duelo, por lo tanto es necesario que la atención y la información que se les proporcione sean veraces y acorde a su momento evolutivo.

Lo que se le dice al menor, el cómo y el cuándo se le dice, influyen enormemente en el desarrollo de su proceso de duelo. Un manejo inadecuado de la información puede añadir al duelo infantil nuevas dificultades tanto cognitivas como emocionales.

Los niños expresan sus emociones utilizando registros diferentes a la palabra: tienden a expresar más su pena con su cuerpo y su comportamiento (somatizaciones y cambios de conducta). El juego, el dibujo y los cuentos son el medio de expresión natural de los niños. En ese sentido, se debe estar atentos, acompañar y animar a los niños a que dibujen, jueguen o inventen historias, porque estas serán sus herramientas para tratar de comprender y elaborar su duelo. Los niños tienen derecho a estar tristes aunque nos resulte doloroso.

Correo-e: psic.paulinahc@gmail.com

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