Para dar pie a mi artículo considero necesario retomar la historia reciente de que la razón principal de la crisis de 2008 no haya desembocado en una depresión tan grave como la de 1929 fue que, esta vez, los gobiernos y los bancos centrales de los países ricos principalmente, no permitieron que el sistema financiero se desplomara y aceptaron crear la liquidez necesaria para evitar la quiebra de los bancos, que en los años treinta habían llevado al mundo al borde del abismo.
Lo anterior nos recuerda por tanto la intervención del Estado que se suponía en el modelo económico anterior no debía de suceder, al mismo tiempo el hecho de que los bancos centrales no están sólo para ver pasar los acontecimientos y contentarse con mantener una baja tasa de inflación. Por el contrario en situaciones de pánico financiero total desempeñan un papel indispensable para evitar el desplome completo de la economía y la sociedad entendiendo lo anterior de que me refiero a los bancos centrales en todo el mundo, si lo analizamos podemos ver que en realidad no se dio una respuesta duradera a los problemas estructurales que se pretendía, en particular a los movimientos financieros que después y paulatinamente fuimos conociendo poniendo en la superficie que no sólo se trataba de una crisis financiera además los daños colaterales que puso de manifiesto el incremento de las desigualdades.
A partir del momento en que los gobiernos empezaron a tener tales intervenciones en la vida económica y social con los resultados conocidos, estamos asistiendo a un nuevo debate sobre el papel del Estado manifestada en pronunciamientos y reclamos sociales de tal manera que se están presentando confusiones e incomprensiones de la sociedad como también en Brasil, Guatemala e incluso en los Estados Unidos donde ciertos grupos asociados al Tea Party desean suprimir la Reserva Federal y en Europa los que se oponen a seguir apoyando económicamente a otros países, China incluso no queda exenta de lo anterior ya que no se trata sólo de ver como lo comenté en mi artículo anterior, de un cambio a su modelo económico ya que además se tiene un riesgo de un cambio político y sin duda alguna a pesar de su centralismo no garantiza la inmovilidad de la inconformidad de millones de habitantes que resienten su exclusión de quienes han visto cambios favorables y ellos quedan excluidos; tales desigualdades tarde o temprano afectan a todo el mundo.
En una reciente entrevista al reciente ganador del Premio Nobel de Economía, Angus Deaton, se le preguntó si quizá para resolver el problema de la pobreza y desigualdad, se requería como algunos proponen soluciones populistas, a lo que contestó que el pensaba que no, pero y esto es muy importante, que no se trataba tampoco de seguir fomentando un capitalismo a ultranza por el cual unos se enriquezcan a costa de otros, es necesario que el capitalismo y sus gobiernos, deben crear mecanismos de apoyo a los más pobres y que de no hacerlo habrá consecuencias muy preocupantes.
En lo personal soy consciente que no hay fórmulas mágicas para combatir tanta pobreza y desigualdad, lo que es cierto es que gobiernos y sociedad tienen que encontrar en conjunto estrategias y programas que combatan de manera frontal el flagelo de la desigualdad y por los tiempos que corren cada día más significa un día menos.