Dicen que la cultura de masas es aquella que transmiten los medios masivos de comunicación; y para que no dejen de ser masivos, el gobierno reparte televisores de plasma con el fin de no afectar la recepción de ellos una vez realizado al apagón analógico.
Lo analógico y lo digital son parte de la cultura moderna y por lo tanto afecta también la cultura de masas. Tenemos una vaga idea de lo que ambas palabras significan: analógico, la televisión tradicional a base de tubo de rayos catódicos; cuando asistes a la escuela de comunicación amplías tus conocimientos, el orticón, el vidicón, el plumbicón y para burlarse del amigo obeso, el gordicón.
Lo digital es la onda por el momento y todo mundo habla de su digitalización que parece ser cosa "chic", y cuando comienzas a profundizar, lo traduces al lenguaje binario, que es el de la computación; algo tan simple como el uno y el cero combinado lo que te llena la computadora de bites.
Este cambio tecnológico ha afectado a nuestra cultura los últimos 35 años, tanto así que no podemos desprendernos del Windows, que es un programa de computadora indispensable actualmente para hacer funcionar las máquinas que ahora nos esclavizan y que está hecho a base de dibujitos. Ahora caigo, los dibujitos se vienen a convertir en palitos y bolitas que son las primeras lecciones escolares que uno aprende.
Pero no creo que la cultura de masas sea tan criticada por eso de los dibujitos o íconos para estar más a la altura universitaria o por eso de los palitos y bolitas, el uno y el cero del lenguaje binario, ahorrándose los demás dígitos por ser innecesarios.
La cultura de masas ya existía desde antes; el siglo XIX vio su nacimiento con la Revolución Industrial y la prensa escrita, más los principios de la alfabetización. Antes, se le temía a enseñar a leer y escribir por miedo que eso generara el pensamiento y por lo tanto la crítica social y los cambios políticos, cosa que al fin de cuentas sucedió con la venida del enciclopedismo, y posteriormente, del positivismo. Pasamos de un sistema totalitario a un sistema disque democrático, aunque no hemos llegado a obtener toda la felicidad que nos imaginamos puede gozar un hombre o una mujer.
La cultura de masas, en parte, resolvió el problema de que las consecuencias del enciclopedismo no fueran tan desastrosas y que el hecho de que más gente leyera o le leyeran no provocara mayores disturbios. Se explotó el amarillismo y el melodrama. Los periódicos publicaban historias que han sido el antecedente de las actuales telenovelas; la más famosa, Rocambole, se emparentaron con el romanticismo y llenaron la imaginación de los lectores del siglo XIX. Curiosamente, el autor más mencionado en ese tiempo es Walter Scott por sus libros de aventuras.
Y de los libros de aventuras continuaron las películas en serie, las radionovelas, (dispara, Margot, dispara) para llegar a las telenovelas que ahora se nos pueden proveer digitalizadas, o sea que, Azcárraga no tiene mucho que presumir del género, de ningún género, porque se dedica más que nada a copiar o a comprar programitas, no a inventar.
Las noticias explotan el morbo y generan un ambiente de intranquilidad, de miedo de zozobra, el temor necesario para que uno acepte a ni siquiera abrir la boca por miedo a las consecuencias. (Por lo tanto, no hemos pasado del terror del totalitarismo a la democracia, sino de un terror a otro terror, o de una Edad Media a otra edad media disfrazada).
Claro que hay el interés de que la sociedad busque la información por medio de la lectura. El problema aún consiste en qué leer. El positivismo quería basar la vida del hombre en la ciencia, la cultura de masas en el melodrama que hoy se traducen en todas estas sagas juveniles, o en el amarillismo, porque el morbo produce.
Se dice que con el Internet tenemos acceso a todos los conocimientos, pero seguimos sin usarlos. Me parece que esto de la modernidad digitalizada es como un fetiche que se tiene, pero no se sabe a ciencia cierta para qué sirva. Hasta los libros clásicos puedes encontrarte en pdf, ahí están, ¿Los leemos? Es de dudarse. Es como tener una memoria sobre el escritorio de la cual nunca nos enteramos de su contenido.
Ya continuaremos hablando de este tema.