El hombre culto no es aquel que presume muchos conocimientos ni el que puede vivir holgadamente exhibiendo un lujo que nada tiene que ver con el gusto. El hombre culto es aquel que se encuentra en constante búsqueda porque no ha perdido la capacidad de tener conciencia de que es y busca el motivo para ser.
Estoy convencido de que los títulos universitarios no tienen nada que ver con los hombres cultos ni la clase social. La cultura se adquiere a diario, por lo general, forma bibliotecas, aunque sean digitales. Es una actitud frente a la vida para encontrar respuestas al saber que los problemas son muchos y las soluciones pocas. Obtener cultura tampoco tiene que ver con la escolaridad, no establece diferencia entre aquel que asiste a colegios o a escuelas. La cultura se obtiene por el camino del autodidacta, sobre todo, hoy que las escuelas han dejado de ser promotores de cultura para convertirse en centros donde se enseña, si mucho, una técnica para ser productivos en la vida, para ser dóciles y obedientes en la sociedad.
La cultura comienza con un proceso crítico del aquí y el ahora. Cuando los primeros humanos sintieron hambre, aprendieron a cazar, después de que comprendieron que no podían estar esperando a encontrar animales muertos en el camino; aprendieron a cultivar después de rebelarse a seguir caminando a ver si encontraban frutos en los árboles. El proceso crítico no necesariamente tiene que ver con oponerse a los sistemas existentes, sino en la valoración de éstos para comprender si son funcionales o no. En el caso de no serlo, se buscan mejores maneras de resolver los conflictos y esta es la forma de ir construyendo la civilización.
La evolución ha sido el constante trabajo de dar solución a los problemas humanos para que el sentido de la vida merezca ser vivido. Algunos buscan la trascendencia y ven la vida como un paso para otro estado de ser. Otros, ven la vida en una sola dimensión que termina irremediablemente con la muerte. Cualquiera de los dos modos en que se vea, lo importante es que ésta tenga un sentido que parta de la definición del hombre y que establezca su dignidad, ¿en qué consiste esa dignidad?
Hoy estamos más perdidos que nunca. Las nuevas generaciones navegan a la deriva, ni siquiera buscan, se van conformando con la filosofía "chatarra" que les dice que el ser es el tener. No es el ser para la trascendencia, ni la existencia se convierte en la esencia del ser. Ya no se busca el superhombre de Nietzsche, ni se habla de la voluntad de Schopenhauer. Los filósofos fracasaron en la definición de lo humano, y en fin, hemos reducido la esencia humana al tener; lo que trae consigo el aniquilamiento de toda norma ética que se oponga al tener.
Ni los adultos ni los maestros escuchan las letras de las canciones que sus hijos consumen. Una va más o menos así: "Ando con mi camioneta blindada, tomando mi Buchanan's", lo cual nos remite al mundo que hoy vivimos y que los jóvenes de trece años consumen por medio de las canciones que tienen en sus celulares.
La trampa del tener es que está acabando con la sociedad tal y como la conocíamos. El dinero se concentra en pocas manos, la economía se centraliza mundialmente en los grandes capitales, con lo que se produce pobreza. Se afecta a la naturaleza, pero a nadie parece importarle. La democracia ha dejado de representar a la voluntad de los ciudadanos para venderla al mejor postor. Caemos fácilmente en el engaño que nuestros líderes tejen alrededor nuestro; dicen estar trabajando a nuestro beneficio y cada día que pasa batallamos más para sobrevivir.
Hemos dejado de ser hombres cultos. Los problemas permanecen sin resolverse. Estamos trabajando para que el día de mañana estar igual a muchos países donde la hambruna es el único pan que se come todos los días y el aniquilamiento entre humanos es una de las actividades vitales de la subsistencia. Los que pensarán reírse son los que acapararán todo.
La cultura construye los paradigmas, en todos los campos, que rigen la existencia de los pueblos. El mundo del mañana se construye o se destruye hoy. El mundo que vivirán nuestros hijos será alimentado por la filosofía del tener a rajatabla. Pobre y miserable mundo que les espera.