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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Construcción social

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

La función de diputados y senadores es legislar, o sea, hacer las leyes necesarias que rigen al país con el fin de lograr los "objetivos sociales". Usted y yo nos preguntaríamos: ¿Cuáles son esos objetivos? Eso depende de las corrientes ideológicas de cada grupo humano que son capaces de establecer una finalidad al conglomerado.

Desde el principio de los tiempos, se nos ha metido en la cabeza que el hombre tiene una finalidad para ser; si eras criado por los dioses o por Dios, ibas hacia ellos o hacia él. El concepto de pueblo elegido se aplicó a aquellos que regidos teocráticamente trataban de interpretar la voluntad divina. Con el transcurso del tiempo, esa voluntad divina tuvo administradores terrenales, los Césares, los reyes y los sacerdotes, y a partir de la Revolución Francesa, con los intentos griegos y romanos que los anteceden, se generó el concepto de nación (antes éramos reinos pertenecientes al rey) y el concepto de democracia.

Lo último significa el pueblo que se gobierna a sí mismo; ya no es el rey ni el sacerdote quien te indica cual ley debes de cumplir, es "la voluntad popular" la que debe indicar los parámetros de comportamiento, pero sobre todo, el tipo de nación a la que debes de aspirar.

Los antiguos sacerdotes supieron diseñar un cielo al cual las personas podían aspirar, e hicieron valer la pena de todos los sufrimientos a cambio del gran premio de ser feliz por la eternidad, aunque no se supiera a ciencia cierta en qué consistía esa felicidad.

Los reyes fundaron sus reinos al convertirse en líderes de los pueblos que surgieron después de la caída del imperio Romano. Merovingios primero y Carolingios después y los gobernados dieron su aceptación por recibir una serie de seguridades. Aclaro, nadie se convierte en esclavo de otro nada más porque sí, sino convencido por una estructura ideológica a la que se adapta o a la que lo adaptan por medio de la educación y de la fuerza. Con el tiempo y la crítica, el hombre puede liberarse de ciertas imposiciones y luchar por obtener un trato justo. El gobernarse a sí mismo supone ese trato justo, que en nuestro caso no se da del todo porque nos sentimos tan carentes de justicia que ya no sabemos a dónde voltear.

Cuando los hombres se quedan sin Dios, el monstruo que se presenta adelante es la nada; o sea que, con la muerte se acaba todo y la vida se convierte en una pasión inútil sin objetivos. Para remediar lo anterior, Nietzsche propuso al super hombre, sin embargo, este super hombre también fracasó. Después de los excesos de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, dos bloques contrapuestos, Capitalismo, Comunismo, no han dado la repuesta necesaria en las que el hombre necesita confiar para ser feliz.

Yo no sé qué tan preparados estén los políticos de hoy para afrontar el reto de diseñar un país en el que merezca la pena vivirse. Antes, este tipo de diseño se llamaba utopía. Las terrenales se parecen a las celestiales, imposibles; sin embargo, proponen una meta a la cual llegar, lo que significa una constante superación o un camino que tiene una finalidad.

Habiendo finalidad hay valores, lo que me sirve para lograr un objetivo. Sin finalidad, los valores desaparecen, puesto que la nada carece de sentido, no hay fin. La sociedad sin fin es como el ateísmo, el sinsentido de ser, una actividad idiota.

Y si la sociedad no tiene sentido, las leyes tampoco lo tendrán, ni la cultura que genere, que esto de la cultura no es el arte, sino eso y todo lo que sirve para programar la vida de los humanos y que le da significación a su contexto, y mucho menos la educación que sería la adecuación del individuo a la comunidad.

Tan perdidos andamos que nos vamos por las ramas sin tocar la raíz o sin darnos cuenta de cómo nos transforman esa raíz. Se hace mucho escándalo por ir a saludar a la reina cuando ya repudiamos a las monarquías por inoperantes, o nos estamos casando con sistemas globalizados en donde estamos siendo designados como la mano de obra barata que ni eso porque hasta China nos va quitando el lugar.

Cómo pinta el futuro, negro, la nada, porque no existe una proposición inteligente para solucionar el problema. Hasta las riquezas naturales se rentan al mejor postor.

Ante el caos, la cultura es proposición que dé sentido. ¿Dónde está?

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