Mi madre acostumbra ver, por las tardes, las telenovelas de televisión española, que a diferencia de las mexicanas, se preocupan por obtener un mejor producto cultural. A veces, la acompaño y me sorprende escuchar el léxico y las construcciones gramaticales de los autores y entonces digo que esas formas de hablar son disfrutables, de acuerdo con la época, y que muchas referencias históricas y culturales difícilmente las pudieras escuchar en una telenovela mexicana. Ayer, por ejemplo, como una de las personajes de la historia escribía folletines para la prensa bajo un seudónimo, (la acción está situada al final del siglo XIX, principios del XX) conoce a Leopoldo Alas Clarín (La Regenta) y mencionan a Emilia Prado Bazán (Los Pazos de Ulloa).
Antes de éstas presentaban "Amor en tiempos difíciles", que remitía a las épocas del Franquismo, y a mí me pareció una manera de asimilar ese período histórico, en donde se presentaban personajes con ideología de izquierda y derecha de una manera tan natural y tan abierta como en nuestro país nunca se dará.
Antes de las telenovelas, hay un programa de conocimientos, saber y ganar, que ya lleva mucho tiempo. Te sorprende lo culto que puede llegar a ser un ciudadano común y corriente, una cultura que no presume de serla y se respira en el ambiente que se alimenta desde las aulas escolares.
Después de las telenovelas, vienen programas que presentan a los extranjeros que se han ido a vivir a España y a los españoles que emigran a otros países en busca del futuro. En México, en los setenta, Armando Ramírez hacía un programa que se llamaba "Este es mi barrio", donde se presentaban a los barrios de la ciudad de México en aquellos tiempos en que había una televisión estatal preocupada por esos temas.
Los medios de comunicación mexicanos, a pesar de todo el dinero que reciben de las campañas políticas y de las instituciones gubernamentales, no son capaces de restituirle al país en el que viven, y en el que se han hecho millonarios, ni el más mínimo agradecimiento. No nos refieren ni a nuestra historia, ni intentan mejorar nuestro léxico, ni siquiera nos presentan nuestra diversidad cultural y mucho menos nos sirven para superar nuestro nivel de conocimientos. Dicen que ellos se dedican a la diversión y de sus chistes ni siquiera soy capaz de reírme.
Se compran al extranjero los programas porque al mexicano se le terminó la inventiva. Frente a un saber y ganar contraponen "Cien mexicanos dijeron" que si lo dijeron mal, el error prevalece. Antes, existía "El premio de los sesenta y cuatro mil pesos", pero me imagino que era mucho para los mexicanos. Se han dejado de hacer las telenovelas históricas y los temas de los melodramas se repiten. Se explotan las creencias religiosas y lo único que interesa es aumentar dividendos.
Con ese producto chatarra, se han ido convirtiendo en los dueños de medio país. Manipulan las leyes a su conveniencia, ya que tienen el capital suficiente para introducir en los niveles gubernamentales a su gente y así evitan leyes que les perjudiquen. Ni siquiera puedes estar seguro de lo que dicen los noticieros. Nadie habla en contra de la mano que te da de comer a manos llenas con el hambre de los pueblos.
Le aúnas a lo anterior la calidad de maestros que tenemos y entonces ya te puedes explicar lo que pasa políticamente. En España, el deseo de cambio se impuso, a pesar de que el partido en el poder trajo una cierta estabilidad económica. En Coahuila, se da el "carro completo", a pesar de ser el estado más endeudado y todo lo que se debe a proveedores, falta de obras y la carencia de nuevas industrias que traigan fuentes de trabajo. Me remite a Santana y las once veces que ocupó la silla, la pérdida de la mitad del territorio y todo lo demás. De que la tele mexicana funciona, sí funciona.
