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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

EL BERRINCHE DE DONALD, Y EL DE LOS MEXICANOS

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Dos temas se nos juntan esta semana: Las declaraciones de Trump y la fuga de El Chapo. En el primer caso, el berrinche me recuerda al patito que sale en los cuentos de Disney con todo el reflejo de inmadurez que esto significa. Donaldo Trompeta odia a los latinos que van a buscar el futuro a su patria; como lo han ido a buscar todos los europeos que han llegado a América, desde el Mayflowers con la ilusión de encontrar en ella la libertad. (Por algo Francia les regaló una estatua que la presenta). Eso, la libertad, es lo que muchas veces los americanos olvidan y juegan con el concepto de democracia a su conveniencia según sus intereses económicos. Hacen la guerra para quedarse con el petróleo y para poder vender hamburguesas de nulo valor nutritivo. Se olvida el señor, que cuando los ingleses llegaron a este continente, eliminaron a los indígenas (genocidio) o los metieron a reservaciones, y posteriormente, por conquista, se fueron apoderando de los territorios que antes habían sido conquistados por los españoles, y que en el siglo XIX aún permitían la esclavitud y que su población está compuesta de todas las razas, aunque se pinte el pelo, y que su país lleva la delantera en la generación y multiplicación de los vicios. El no podrá negar que aparte de los bienes y raíces, su fortuna la ha hecho con hoteles con casinos y la Miss Universo, que me recuerda al otro americano decrépito que le gusta exhibirse con sus conejitas, e hizo su fortuna con una revista para caballeros.

Trompetas sabe que en el negocio del vicio lo que aumenta su valor es la prohibición. En los treinta, los puritanos prohibieron el alcohol y se dio la época de los grandes gángsters y los padrinos y las familias que aprovecharon la ocasión y la corrupción para forjar sus imperios económicos. Al Capone es el ícono de los traficantes que sufrimos en Latinoamérica. Los nuestros, aprendieron de aquellos, sobre todo en los programas de televisión, como Los Intocables, que los convirtieron en los héroes malditos que muchos jóvenes tomaron como modelos; además, de qué se queja Mister Trompeta, el mercado de droga que había que satisfacer primero era el de los Estados Unidos de América, quien se complacía en mandar a sus jóvenes a la guerra y que regresaban, pero si bien metidos en ella, porque esa era la mejor forma de olvidar de que los utilizaban como carne de cañón para satisfacer la codicia de los grandes intereses de los consorcios que desde sus oficinas hacían las grandes fortunas.

Pues sí, Donald Duck, en México padecemos lo que los americanos en los treinta, época de la gran depresión. Somos el patio trasero del imperio. Alguien les tiene que surtir de ciertas mercancías que necesitan, pero que niegan que necesitan. El camino está en nuestra frontera, desgraciadamente. Pero así como exportamos esto, también les mandamos gente trabajadora. Como cabeza del imperio, usted debe de reconocer, que las mejores mentes del mundo tienden a emigrar a donde se les presenta mejores oportunidades. Así pasó en Roma, en Inglaterra y en todos los países imperialistas que han existido.

Por otro lado, que mal se han visto nuestras autoridades en el fraude de las cárceles de máxima seguridad, que si así son éstas, como serán las otras. Vamos contando, la línea doce del metro, la cárcel, el faro de luz: Dineros, harbano, dineros.

Lo único que demuestra el hecho es la corrupción en que vivimos. Por favor, evítenos los discursos que es lo que más duele. No todos los mexicanos somos idiotas; aunque me temo que los inteligentes no forman mayoría porque la gente se empeña en premiar con su voto a los políticos ineptos.

Luchamos a diario por mantener nuestra perspectiva de vida y a diario nos destruyen las esperanzas. Somos el país del no hay, ni siquiera dignidad, que nos estamos atrasando en todos los campos, porque la educación se la hemos dejado a la demagogia y no logramos aumentar nuestro nivel cultural; nos han vuelto dependientes porque en México van desapareciendo los inversionistas y los nuevos millonarios surgen de la política y esconden el poder económico en países extranjeros que después les quitan porque los gringos suponen que todas las fortunas se forman en las lavanderías. ¡Cómo si ellos no supieran!

En fin, no ganamos para hacer coraje. Mientras que no nos pongamos los pantalones van a seguir haciendo con nosotros lo que quieran. Ni renuncian los que deben renunciar, ni devuelven los que roban, ni hay inversión, ni hay fuentes de trabajo, ni se puede emigrar; entonces, esta triste vida.

¿Qué nos depara? Discursitos, no. Obras son acciones y no buenas razones.

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