Nos hacen vivir para después de la muerte y no somos capaces de darnos cuenta que aquello que se supone está después de la muerte se encuentra ante nuestros ojos. Vivos contamos con las dos partes del ser humano juntos, el cuerpo y el espíritu. Después de muertos, sólo consideramos la percepción espiritual sin saber a ciencia cierta cómo se realice eso. Suponemos la felicidad sin poder describir en qué consiste. Nos hacen repudiar cosas de nuestras vidas cotidianas en aras de intangibles, hasta el momento, cuyo único soporte es la fe.
Yo tengo fe, pero considero que si no somos capaces de apreciar lo que tenemos en la naturaleza y en el mundo, no seremos capaces de apreciar lo que viene después que es superior. Si no educamos a nuestros sentidos para percibir la belleza que se encuentra a nuestro alrededor y a nuestro espíritu para disfrutar las maravillas que el mismo hombre construye, si no guiamos a nuestra inteligencia por el camino del conocimiento, como queremos que de buenas a primeras se nos revele lo que siempre ha estado ahí y no hemos sido capaces de ver.
En la historia de la humanidad, el hombre ha percibido de diferentes modos el mundo que lo rodea, y desde el principio de la humanidad, ha tenido aspiraciones metafísicas. El aquí y el después. Según el grado evolutivo de su inteligencia, fue imaginando, primero, y descubriendo después, las leyes de la naturaleza y lo que las producía. Ha utilizado innumerables formas de plasmar sus descubrimientos y el cúmulo de todo ello se ha convertido en la cultura humana que cuenta con múltiples visiones de lo que es el sentido humano y el sentido social.
Muchas culturas constructoras orientaron sus edificios con razones cosmogónicas, encontraron la relación entre las estrellas y descubrieron que en el cielo se podían leer cosas que tenían relación con lo que pasaba en la tierra. La ficción narró historias de nuestros orígenes para que nos situáramos en un continuo histórico con sentido, en un principio y en un fin. Vinieron las aspiraciones metafísicas, el politeísmo antecedente del monoteísmo. Después, la filosofía que le dio prevalencia a la razón. En un camino paralelo, se da el arte que interpreta a partir de los sentidos y escudriña la estética en la naturaleza para transportarla a sus propias creaciones. En el arte, conocemos los diferentes puntos de vista que se dan de lo que nos rodea, según un espacio y un tiempo determinado. Es la constante búsqueda del hombre por definir su ser.
Al final, ha llegado la ciencia mediante la cual hemos podido llegar a las entrañas de la naturaleza. Con ella, hemos cambiado nuestra manera de vivir, transformando el espacio que nos rodea; al mismo tiempo, perjudicamos la relación entre los elementos que conforman la ecología siendo culpables de las catástrofes que sufrimos.
Se han buscado las mejores formas de relación entre los hombres, experimentando múltiples formas de gobierno y de sociedades. Desgraciadamente, no hemos logrado la perfecta porque tampoco nos hemos dado cuenta de que en nosotros mismos se encuentra el mal que tanto tememos y que al parecer se multiplica debido al egoísmo y al no reconocer que nos necesitamos los unos a los otros o que contamos de mutua dependencia
Todo está aquí a nuestro alrededor y al parecer escogemos lo peor de ello, lo que la industria cultural y la tecnología nos hacen consumir sin más razón que el consumo mismo porque eso le da dinero a alguien. Nos gusta lo peor de la música y del arte, lo que nos venden para la diversión, los peores dramas que sólo contienen acción, o las danzas que se han convertido en rutas gimnásticas. El hombre se ha olvidado de alimentar el espíritu, la convivencia humana. A medida que pasa el tiempo, los dueños de los medios de producción son menos. Nos olvidamos de la repartición de los peces y de los panes, del amor al prójimo, nos aprovechamos de las situaciones, hemos provocado guerras para quitarles a otros sus riquezas, nos hemos convertido en animales por el afán de lucro que convertimos en lujo muy distante al arte y al humanismo.
Nos estamos destruyendo. No somos capaces de ver que en este mundo y en esta vida está el cielo y el infierno. Si aquí no luchamos por mantener nuestra dignidad, en ninguna otra parte lo haremos.