Uno tarda en acostumbrarse al precio de las cosas, más cuando se viven situaciones como las actuales, en que la relación peso - dólar varia desproporcionadamente. Ya hecho a la idea de hacer el gasto porque se van agotando otras posibilidades, entonces te comienzas a interesar en ciertos temas que te llevan a dar con una serie de colecciones que anteriormente no te habías dado cuenta de su existencia. Descubres que en tu ciudad no existen y entonces te asomas al Internet para indagar la posibilidad de conseguir los tomos a través de tu librería.
Afortunadamente, con el primer capricho que tuve, me ha ido bien. Anduve buscando libros de arte, no muy caros, y dio la casualidad que salió una colección, aunque a la ciudad no llegaron todos los títulos prometidos en la tercera de forros. Mi hermana me prestó unos, que trataban sobre arte y arquitectura de diferentes ciudades y museos. Ella tenía dos y yo, por medio de hacer pedido, he ido consiguiendo otros; en total, la colección está compuesta por diez y es de editorial Ullman.
Que me perdonen el comercial, pero lo traigo a colación por algo que me pasó. Pedí el tomo concerniente a Roma y como todo lo vi en la pantalla de la librería, resultó que el libro que me llegó no era de tamaño pequeño, como los otros, sino de tamaño normal. Por la calidad de la impresión y las fotografías, pensé que me iba a salir carísimo. Pero el costo fue el mismo que los otros.
Abrí una veta de libros de arte que van más allá de los diez prometidos al principio. Todo es cuestión de pedirlos y en cinco días los tienes a tu disposición. Aclaro que no esperes toparte con ellos porque no se encuentran en los anaqueles; hay que dar con la editorial, el nombre del libro o el autor para localizarlos y te los puedan traer.
El entusiasmo no tarda en llegar y entonces te picas pensando que ya todo es posible y no hay libro viejo o nuevo que se te pueda negar.
En otra visita a mi centro de vicio, mal llamado librería, me salió al paso la biografía de Ortega y Gasset. Me tardé en comprarlo por su costo. Yo lo pienso mucho cuando los libros son caros, cosas que me propongo ya no hacer. Excelente biografía. En la solapa de la contraportada, vienen otros títulos (biografías de Unamuno, Baroja, Pérez Galdós y personajes de esta época). Creyendo que me iba a funcionar el mismo sistema, cual sería mi sorpresa de que es imposible porque esos títulos no existen en México. Supuse que la razón era porque la edición ya tenía sus años, pero no. La otra posibilidad puede ser que en un futuro sean accesibles.
La única manera de conseguir algunos es recurrir a una librería española o a un servicio de Internet. Como yo nunca he comprado en línea, realmente le tengo su respeto a mi tarjeta de débito, pues a lo mejor me voy a tener que meter en ese embrollo, vaya usted a saber cómo me irá.
Por lo pronto, aún no me acabo los catálogos de los libros que me han interesado y creo poder conseguir en este país. Lo único que saco de enseñanza es que a veces las cosas no son tan surtidas como uno piensa, o tan imposibles como lo harían otros. Cuando te embarcas en la aventura de leer, te pueden pasar muchas cosas, pero todo ello es gaje del oficio, como en cualquier hobby que se tenga.
Habrá que recorrer las librerías de la ciudad con cierta asiduidad para enterarse de lo que llega o de lo que se puede conseguir, o consultar en el Internet cualquiera de las otras posibilidades y a lo mejor, un día, salta la liebre y el libro llega a ti.
Cada lector tendrá sus propias aventuras. El relato ni llega a aventura, pero es el pequeño sabor que se le pone a la vida y la hace disfrutable.