En sus tiempos, Azcárraga decía que su televisión era para los fregados. En esta semana, ha salido la afirmación de la competencia que la suya está dirigida a las bases sociales; por lo menos, la definición de su mercado meta ya no resulta tan ofensiva, aunque no intente serlo.
Aquí la pregunta debería de ser, ¿que tipo de televisión necesita ese tipo de gentes y si es lo que estas empresas le están ofreciendo? Las telenovelas ya no les parecen funcionar como antes y están siendo reemplazadas por reality shows cuyos diseños son extranjeros, porque desde un tiempo acá, ha salido más productivo comprar conceptos que ponerse a crear los propios y apropiados para la cultura mexicana o de cualquier otro país.
Ya lo he dicho anteriormente, Schramm proponía que para sacar del sub desarrollo a los países del tercer mundo, había que presentarles la realidad del primero a través de los medios masivos de comunicación y este principio no lo han echado en saco roto los dueños de los medios, a quienes sólo parece interesarles estar en la carrera de a ver quien se convierte en el hombre más rico de un país de fregados o de bases sociales en la pobreza extrema.
Los investigadores latinoamericanos posteriores a Schramm, que los ha habido realmente muy buenos, se han opuesto a la idea de que todo el mundo deba pretender vivir como los estadounidenses. A mí, por lo menos, no se me antoja alimentarme de las famosas hamburguesas, que ya se ha descubierto que contienen lo peor de la carne, o llegarme a deshumanizar como Donald Trump no está en mis planes; existen horizontes mucho más apetecibles en donde no hace falta andar en pos de las fortunas millonarias que destruyen sociedades, familias y personas humanas. Lo que ellos proponen es lo que estamos viviendo, una sociedad inestable porque todo mundo quiere hacerse rico en poco tiempo, ya que se supone que el ser está en el tener y donde el espíritu humano cada vez se materializa más y se vuelve roca incapaz de disfrutar el arte, el amor o las cosas pequeñas de la vida.
Si ellos mismos a veces nos dan la razón. El proyecto de TV Azteca de impulsar la música en los niños a través de sus escuelas es loable. Cosas como éstas son las que necesita el país para salir adelante. No digo que sólo se ocupen del campo del arte, sino que hay muchos otros campos que se puede abarcar.
Diversos aspectos que componen la vida de los seres humanos, la historia, por ejemplo. A veces no comprendo la razón por la cual el mexicano no quiera enfrentarse a su historia. Antes, Televisa produjo novelas con este tema y lo dejó de hacer. En otros países del mundo, es un tema recurrente. Televisión Española está transmitiendo una sobre Carlos V en donde maneja la figura de Cortés y de Cuauhtémoc. Nosotros tenemos tanto que contar sobre nosotros mismos y no veo la razón por la cual los medios le den rodeos a esas temáticas.
Si quisiéramos unificar nuestro concepto sobre lo nacional, habría que dar a conocer las múltiples regiones de las cuales está conformada nuestra patria. Al no conocer lo que somos, nos dejamos llevar por el brillo del oropel que muchas veces resulta chatarra. Eso no es entrar al mundo de la modernidad.
Los medios deberían de ser promotores culturales, permitir que el espíritu nacional se exprese por ellos concediéndonos el debido valor de lo que somos y lo que hacemos. Si únicamente vemos mercados en las personas, las relaciones de compraventa empobrecen la relación. Si nos tomamos como personas humanas, entraremos a otro campo de valores mucho más rico de donde surgen otro tipo de necesidades más urgentes de complacer y que por no habernos fijado en ellas, ha producido el mundo de corrupción, de inseguridad y de decadencia que a diario tenemos que padecer.
Es necesario que los medios pongan su grano de arena y vean algo más que cuentas en el compromiso que obtienen por manejar la comunicación en México. Son los verdaderos educadores, los formadores de cultura, los que sostendrán las civilizaciones del futuro. Están obligados a abrir sus horizontes y abrírnoslos a nosotros.