El bombazo, o la noticia de la semana, es la legalidad del consumo de la marihuana. Para estar de acorde con los países del primer mundo, ya deja de ser un delito y se puede consumir bajo ciertos parámetros.
Hay comentarios en pro y en contra; sin embargo, lo que se veía venir, se ha logrado. Una industria ilegal se vuelve legal y ahora nada más falta ver que es lo que sucede en el futuro con el comportamiento juvenil.
Lo curioso es que el estado, de un tiempo acá, se ha venido convirtiendo en una especie de conciencia nacional que le quiere decir al ciudadano lo que puede hacer y lo que no puede hacer. Prohíbe que se ponga sal en las mesas de los restaurantes. Le tiene declarada la guerra a los refrescos que contienen azúcar. Está muy preocupado por el sobrepeso nacional y tiene perdida la guerra contra el consumo de la comida chatarra. Junto a esto, lo de la marihuana no encaja, pero no lo hacen muchas acciones que nuestros gobernantes ejecutan.
Deja de ser delito consumir este producto, por lo cual se podrá presumir que la delincuencia baja en nuestro país. Dicen que hasta puede producir impuestos esta nueva industria. ¿Se exportará con mayor facilidad? ¿Quién sabe? ¿Producirá aranceles? ¿Se transformará el campo nacional, porque seguramente los listos buscarán tierras para extender los cultivos que ahora se podrán tener a la luz del día, ya que la han vuelto agricultura respetable?
No sé lo que vaya a pasar, o las ganancias que estas decisiones puedan producir; también desconozco si la juventud se inclinará ante la marihuana como lo hace frente al cigarrillo sintiéndose importante por ejecutar una acción que no tiene ningún trabajo ejecutar. Hasta qué punto se trastornarán las relaciones sociales y hasta qué punto la decisión incrementará o bajará la delincuencia, es un enigma.
Hasta hoy, nada se ha podido hacer con respecto al consumo del cigarro y del alcohol. No hay nadie quien le entre a la educación de su consumo. El joven piensa que llegar al estado adulto es el abuso de ello y no el dominio, con las consecuencias que todos conocemos. Ahora, auméntele la marihuana, podrán decir lo que quieran, difícil será meter orden en lo que desde un principio provoca el desorden.
Todo se descompone, la educación, las leyes, el combate a la delincuencia. Nos quieren comparar con los países europeos, no somos tan cultos como ellos y no lo vamos a ser si se sigue permitiendo que los medios de comunicación no eleven la cultura del pueblo. Yo no veo por donde se encuentre la solución a los problemas de México y las futuras generaciones son quienes pagarán las consecuencias.
Leía yo, que en el siglo XIX la modernidad era la construcción de los ferrocarriles que comenzaron a construirse desde el tiempo de Juárez. Hoy, los ferrocarriles se mueren, apenas sobreviven los de carga. Si nos quieren comparar con lo moderno de Europa, deberían de meterle más ganas a la construcción de los trenes rápidos; eso sí sería modernizar al país, no las comidas sin consistencia nutritiva. Y en las escuelas, lo que se consume es eso.
También debería de promoverse la creatividad del ciudadano, puesto que es la única forma de competir en una economía globalizada. (A lo mejor, para eso servirá la marihuana, para liberar nuestra creatividad). En un país de tecnología dependiente, no es mucho lo que se puede hacer; nuestra vocación de país maquilador nos ha llevado a la bancarrota. Hay tantos problemas que resolver y nuestros políticos preocupados en las minucias.
Otra cosa, la educación no nada más sirve para prepararse para obtener una chamba. Debería de fomentar un sentido de la vida, de ser humano.
Noviembre, mes de la revolución; alguna vez fuimos revolucionarios. Hoy vivimos con desencanto y faltos de credibilidad.
