Fue Madero, con su libro La sucesión presidencial, quien dio inicio al movimiento de 1910. Desde antes, los Flores Magón habían encabezado movimientos anarquistas que estuvieron detrás de las huelgas de Río Blanco y Cananea. Es Carranza quien dota a la nación de una nueva Constitución y con Cárdenas se hace el intento del estado socialista.
En el plano educativo, desde Vasconcelos se ha intentado promover la educación del pueblo. No se puede negar que desde el porfirismo se habían dado cambios drásticos, ya que los liberales y los científicos, se avocaron a implantar el positivismo en el sistema educativo. Es con López Mateos donde se distribuye el libro de texto. La oferta educativa crece, la privada y la pública, la muestra es la cantidad de universidades que se han abierto en nuestra región.
Los movimientos de inconformidad han seguido: la huelga ferrocarrilera, el sesenta y ocho, el setenta, los movimientos del sierra del Estado de Guerrero, el levantamiento de Chiapas. En la familia política se ven sus desavenencias: Del PRI se separan los del PRD, sale López Obrador para fundar Morena. Esto de los partidos políticos ha perdido su seriedad para convertirse en buenos negocios, aunque sea por un ratito (Partido Humanista) o por un ratote (Verde Ecologista), en donde se puede disfrutar de un presupuesto que sale del erario público.
Los sindicatos se han convertido en cotos de poder y minas de oro para sus dirigentes. Los secretarios generales son una especie de patrones paternalistas que cada vez se separan más social y económicamente de sus agremiados, a quienes dicen representar. Defender sus intereses a rajatabla, como los maestros en Oaxaca, ha llevado al traste a reformas necesarias en la nación.
Estamos invadidos por empresas extranjeras; nuestra economía ya depende de ellos porque somos incapaces de producir nuestras propias fuentes de trabajo. Es más, empresas de las que nos sentíamos orgullosos como la cervecera, ya han sido vendidas al exterior. A pesar de esta invasión, nuestro problema de crear fuentes de trabajo, sobre todo en nuestra región, no está resuelto. Ni siquiera funcionamos como promotores de mano de obra barata con títulos universitarios.
La inflación vuelve a despegarse. Las nuevas generaciones olvidan que nuestros pesos tienen tres o cuatro ceros escondidos en alguna parte, producto de las malas administraciones de los setenta y ochenta. Los servicios energéticos siguen subiendo a pesar de lo que afirme el presidente, la canasta básica lo mismo. Las tortillas ya no son recalentables.
Se pone en duda los planes de pensiones. Hasta da miedo pensionarse porque el día de mañana nos pueden decir que no se tiene con qué pagarnos y entonces habrá necesidad de pedir limosna porque no creo que nos devuelvan nuestras fuentes de trabajo.
E insisto, en esta semana festejamos la Revolución. ¿Pueden decirme qué le festejamos? Hasta la reelección ha sido traicionada porque nuestros sesudos diputados y senadores ya están comenzando a quitar las barreras que impiden las suyas; eso de gobernar no quiere dejar de ser negocio de familias, aunque no se tenga capacidades para ello.
Caímos en la trampa del Libre Comercio. Comer hamburguesas de paupérrima calidad nos está atrofiando el cerebro. Hasta el espectáculo tradicional como el circo y los toros nos están prohibiendo, critican nuestra obesidad producto de la mala educación para alimentarnos con comidas rápidas; nos quieren cobrar los servicios en el Seguro, cada vez sentimos menos orgullo por nuestra ciudad y desconocemos nuestro propio país porque ni siquiera podemos viajar.
"La revolución" no me digan que esto es el tipo de vida buscado. ¿El campesino come bien? ¿El indígena ya no es explotado? Como se nos llena la boca de palabras; éstas no pueden suplir la realidad.
