Hacia la opinión pública, lo de París se está presentando como un acto inhumano de parte de los fundamentalistas musulmanes, como lo fue el ataque de las torres gemelas de New York. Es el gran pretexto para no esconder una guerra fría que ya se venía dando en la región de Siria donde el objetivo principal es el petróleo o la construcción de un oleoducto que tiene que cruzar por ese país, para el cual se han opuesto los musulmanes.
La opinión pública se deja manejar por lo que dicen los medios masivos de comunicación. Sin dejar de aceptar que los actor terroristas de cualquier tipo son en contra de la humanidad, hemos de reconocer que es la forma moderna de hacer la guerrilla o de atacar el talón de Aquiles de los países poderosos quienes tampoco se han tentado el corazón para acabar con aquellos gobiernos que no están a su favor y que se oponen a sus intereses, ya sea por medio de armas letales, o financiando grupos contrarios para que los ataquen.
Toda la gente que ha tenido que salir de Siria a causa de la guerra se va a quedar varada sin tener acceso a los países europeos que ahora pueden cerrar sus fronteras sin que nadie les diga nada por el miedo que le tienen a nuevos ataques.
La gente que no tiene nada es la que siempre pierde y es sacrificada para satisfacer al Dios poder y riqueza. Si la guerra se viene, la carne de cañón serán los jóvenes de todos los países quienes serán llamados a filas para combatir al enemigo que se opone a la libertad de apoderarse de los bienes que no les pertenecen. Como pasó en Irak, después de la destrucción, no vendrá la calma porque se mostrará impotencia para reconstruir los países o demostrar que el sistema de la supuesta libertad es más benéfico que el del fundamentalismo.
Hoy, los reyes no se encuentran enfrente de sus ejércitos. Es más, ni siquiera los reyes importan o los presidentes, porque son los dueños de los grandes consorcios quienes habrán de salir beneficiados de las guerras, como siempre han sido y ellos no se exponen, se esconden en el anonimato detrás de los escritorios, moviendo los hilos de los acontecimientos para que las cosas se den según sus beneficios y la gente no sospeche nada.
Es occidente quien se ha ido a meter a oriente como lo ha hecho en todas partes. Es la nueva manera de imperialismo; si te apropias de la energía que mueve al mundo lo tendrás a tus pies, harás que suban los precios a conveniencia. Lo demás no importa, la opinión pública se puede manejar. Si el agredido se queja y se defiende a su modo, entonces es el malo, es el inhumano.
No apruebo los ataques, ni los métodos de los fundamentalistas; pero, ¿cuáles otros hay? El diálogo. Los llamados países del primer mundo es un gran monólogo del "quiero esto y no te opongas". El respeto para los países pequeños no existe; en ellos buscan la materia prima y la mano de obra barata. ¿Cómo llegó a las manos de nuestros vecinos Hawaii, el canal de panamá, Alaska, Texas, California y demás estados que antes nos pertenecieron? ¿Qué han hecho los países europeos en África y Asia? ¿Qué sucedió en la guerra del opio en China?
La gente común y corriente no lee historia y se deja llevar por el sensacionalismo de los medios subvencionados por los grandes capitales. Ya muy estudiado está como influir en la opinión pública para conseguir el respaldo de tomar decisiones que a nadie conviene. Si eso sirvió para que los Estados Unidos pudieran entrar a la segunda guerra mundial, hoy seguirá sirviendo para que Occidente siga destruyendo a Oriente en nombre del petróleo. Quien habrá de morir es el joven soldado. Ahora pregúntense ¿quién habrá de disfrutar de las ganancias si algo se gana?
Requiem por la humanidad.