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Estado Islámico

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Los ataques terroristas del fin de semana en París, revelan el fracaso del sistema político mundial y en específico, el fracaso de la política de los Estados Unidos en el Medio Oriente.

El Estado Islámico es una organización terrorista que desde hace un año controla territorios de Siria e Irak por medio de la fuerza militar, por lo que técnicamente es un estado no reconocido. El grupo es encabezado por Abu Bakr al-Baghdadi, quien se proclama "Califa de Todos los Musulmanes"; concibe el poder político y el poder religioso como una cosa integral y única, lo que nos lleva a recordar que el Islam surge de la predicación de un caudillo reconocido como profeta por sus seguidores, algunos de los cuales sostienen la Guerra Santa contra los infieles como un deber de sumisión a la voluntad de Dios.

La naturaleza y los objetivos del grupo establecen una relación estrecha entre la guerra terrorista y los movimientos migratorios que son inherentes a la globalidad. Con los atentados de París, el Estado Islámico pretende arrinconar al mundo occidental en la disyuntiva de reducir sus espacios de libertad y de apertura a la migración como instrumento de convivencia en la diversidad, o caer en la indefensión frente a un invasor agresivo e insaciable.

Resulta inexplicable que frente a un agresor que campea a sus anchas invadiendo los territorios de países que son miembros de la Organización de las Naciones Unidas, la institución en cuestión brille por su ausencia. Sorprende así mismo que los Estados Unidos hayan mantenido una política de alianza con opositores sirios presuntamente pro occidentales, que son adversos al régimen de Bashar el Assad, a pesar de que bajo las actuales circunstancias dicha alianza redunda de rebote en apoyo al Estado Islámico y como consecuencia, la política de Obama en nada contribuye al avance de la democracia en aquella región del planeta.

Es sospechoso que además de tener invadidos a Siria e Irak, al tiempo que incursiona en territorio Iraní, el Estado Islámico reconozca y respete las fronteras formales de Arabia Saudita, al tiempo que este último país cierra sus puertas a la corriente siria de refugiados que huyen de la guerra. Lo anterior hace temer la existencia de un arreglo en lo obscuro entre el gobierno de Washington y los saudíes con el Estado Islámico para controlar la salida del petróleo de oriente en perjuicio Rusia e Irak, lo que a su vez da sustento a una teoría de conspiración en la que no puede faltar el elemento sionista que en el caso concreto, pescaría a río revuelto para formar un cinturón de protección en torno al Estado de Israel. Una vez más, la realidad supera a la ficción.

Lo curioso es que en semejante tablero de ajedrez, en el que los jugadores mueven piezas de todos colores, la postura más sensata es la de Vladimir Putin, quien se hace del liderazgo frente a la amenaza que implica el Estado Islámico porque avizoró el problema, dio la voz de alarma, convocó a una alianza internacional para enfrentar el peligro, actuó a tiempo y en suma, ha mantenido su posición desde un principio y ha sido congruente.

Lo anterior no resulta extraño, si consideramos que los rusos han lidiando con el extremismo islámico desde siempre, y en los últimos veinte años de manera especial, en la ardua tarea de reconfigurar las fronteras al sur y al occidente de Rusia tras la caída del Imperio Soviético.

En el ominoso escenario mundial que lo anterior plantea, la Organización de las Naciones Unidas se revela como la nulidad que es y muestra su incapacidad para a hacer frente a la crisis; en el caso de Norteamérica el tema ha provocado la reacción de una veintena de Estados de la Unión, que advierten al gobierno de Barak Obama que no admitirán nuevos inmigrantes musulmanes en su territorio, bajo las actuales reglas migratorias.

Lo anterior constituye el meollo de la cuestión. Cada comunidad humana del planeta deberá enfrentar desde el plano local la parte del problema que le corresponda, sin hacer el juego al terrorismo es decir, conciliando la convivencia plural que surge del fenómeno migratorio, con la seguridad de cada estado nación.

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