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Europa y la emigración africana

JULIO FAESLER

En las últimas semanas se han multiplicado las trágicas noticias sobre miles de africanos que, saliendo de Túnez, Libia y Somalia, emprenden riesgosas travesías, frecuentemente fatales, buscando mejorar sus tristes condiciones personales en Europa. Muchas veces las aventuras, promovidas por tratantes sin escrúpulos, terminan en desastre. El último episodio se dio esta semana al volcarse frente a Libia un barco que, según ACNUR, resultó en la pérdida de al menos ochocientas vidas que el capitán, hoy convicto, había encerrado bajo llave y que no pudieron liberarse de su infame muerte. Ese criminal había cobrado de dos a cinco mil dólares a cada migrante para el viaje que acabó con su vida.

Amnistía Internacional dice que en este año se ha duplicado el número de migrantes muertos en el Mediterráneo. En lugar de 1 por cada 50 personas, ahora es 1 por cada 23. En 2015 unos 450 mil migrantes intentarán cruzar el mar hacia Europa. Antier, por ejemplo, no menos de 1,100 migrantes, apretados en barcos a la deriva, desembarcaron en Sicilia y Lampedusa.

Los cientos de casos de infelices que saliendo de las costas del norte de África se dirigieron a islas como Lampedusa están por fin siendo discutidas más seriamente por las autoridades de Italia, Francia y España, los países más cercanos. Se ha desatado un debate en Europa, incluyendo Lituania, más remota, sobre el significado y las consecuencias de la ya irrefrenable marea humana que llega a las costas europeas.

A primeras luces, no hay solución. A la indescriptiblemente honda miseria secular de los países africanos que ha reventado en violencias masivas cada vez mayores se suman los terribles grupos de musulmanes que exceden el calificativo de fanáticos. La combinación de desgracias significa muerte segura por inanición o asesinato.

Las reacciones en Europa son de confusa duda y desorientación. Los antecedentes del coloniaje, ya remoto, se han prolongado en un cultivo de inacabables dimensiones. Es evidente que no hay capacidad física en los países europeos para albergar y menos para dar empleo a los cientos de miles de desahuciados. Hay confusión natural en las capitales sobre qué hay que hacer.

La emergencia que se ha abierto coincide con los quebrantos en que se encuentran las economías europeas. La actual crisis griega viene en los talones de la de Portugal y la española y la irlandesa. No hay aparentemente ninguna posibilidad en el continente para financiar programas de alivio y ayuda a los miles que llenan las improvisadas instalaciones cuya suerte está en manos de jueces y demás funcionarios de migración que no tienen a donde voltear para recibir orientación.

Hay que enfrentar la crisis ha dicho el primer ministro Matteo Renzi ante el Parlamento. Los italianos están destinando 9'5 millones de Euros mensualmente en estas labores. Los europeos se proponen impulsar operativos militares para actuar contra los traficantes de personas en el Mar Mediterráneo. Ayer hubo una reunión de emergencia en Bruselas, después de una anterior en Luxemburgo, para tomar medidas urgentes a la que a petición de Matteo Renzi asistieron todos los ministros.

Se ha aprobado un plan de 10 puntos que incluyen aumentar del área de operaciones así como los recursos de Frontex, la agencia europea de vigilancia de las fronteras exteriores comunitarias. Entre los puntos aprobados figura también duplicar los fondos para el patrullaje en el Mediterráneo y el de capturar y destruir barcos de los traficantes antes de que sean utilizados para cargar migrantes rumbo a Europa. Algunos como el Reino Unido prefieren la acción al interior de los países de origen, pero acentuando la batalla contra las mafias.

Estos acuerdos que deben ser aprobados por el Consejo de Seguridad de NNUU, han parecido tibios e insuficientes a las organizaciones sociales según lo expresó inmediatamente Federica Mogherini la Alta Responsable de políticas del exterior. La UE dedica sólo 3 millones de euros al mes a la vigilancia de sus fronteras. Mare Nostrum, la organización italiana ha salvado más de 100 mil vidas en 2014, pero su presupuesto es insuficiente.

La solución a todo el inmenso drama de la migración africana no está tanto en Europa como en la misma África. Es ahí donde hay que montar las estructuras que den algo más que cortas medidas para impedir las salidas masivas de los desesperados que escapan de los mil peligros en sus países. Se necesitan todas las inversiones que sean posibles para instalar, primero escuelas, luego talleres y empresas que den entrenamiento y empleo. La tarea será de décadas, pero los problemas son de hoy.

Cuestión de retribuir a África los largos siglos en que las colonias europeas se adueñaron de todos los recursos, arrebatando las tierras feraces, exuberantes bosques y hondas vetas mineras. Los tiempos están quemados.

Es el momento en que la Europa, aunque confusa en sus quebrantadas economías y por problemas financieros, tiene que erguirse sobre el reto histórico que enfrenta y que jamás calculó que se le saliera de cauce. Tiene la obligación de consolidar un apoyo tan real y efectivo, comparable en dimensión y alcances, como a su vez fueron las políticas de sistemática explotación que durante siglos subsidió, a ínfimo costo, el desarrollo económico y social de sus metrópolis imperiales.

No se requiere recurrir al pasado. Lo que importa es responder al pavoroso drama que le revienta a Europa desde los mismos países que otrora fueron fuente de riquezas, pero y que hoy son un hondo pozo de tragedias.

No hay que errar el tiro. Los programas se necesitan no en Europa, sino en África misma. La urgente habilitación, entrenamiento, inversiones industriales y agroindustriales tienen que hacerse en los países que más están generando la emigración que incita a "polleros" criminales depredadores. Esta vez, la corriente de inversiones irá en sentido contrario. Ya no para continuar el uso y abuso de recursos africanos a favor del septentrión rico sino ahora, hacia el sur, en beneficio de los millones de seres humanos que la miseria ha desfigurado.

El drama de la migración a Europa es lección para nosotros. La escala del flujo que parte desde México y Centroamérica hacia los Estados Unidos no es, comparativamente hablando, menor. Todavía hay tiempo para evitar más tragedias.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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