Para el caso del conocimiento y de las creencias en cuestiones de la vida y la naturaleza, hay dos caminos que podemos tomar para informarnos, formarnos algún criterio y decidir en consecuencia:
El punto de vista de la ciencia y el del conocimiento, que nos permiten a través de su método científico observar, confirmar lo visto, repetir la observación para asegurarnos que lo mirado es correcto y poder formar una hipótesis para proponerla y que pueda llegar a ser una tesis, lo que aceptamos como verdad, postura científica que puede ser demostrada por medios materiales a partir de la repetición del proceso por otros conocedores.
Así fueron expuestas todas las leyes de la química o la física, por ejemplo.
En los nuevos campos de la ciencia, como en la astrofísica o la física cuántica, el método ha sido útil para demostrar algunas teorías y derribar otras; Albert Einstein o Stephen Hawking, fueron dos de esos hombres de ciencia que revolucionaron el pensamiento humano al hacer descubrimientos y afirmaciones, en base a los mismos, que nos asombraron y luego nos movieron al cambio en el campo de creer.
El otro es el camino de la fe, el que no tiene que ver con la ciencia, -al menos directamente o de primera intención- que se basa en lo que se cree y se acepta como verdad porque se siente; no sigue el camino del método científico y lleva al creyente a adoptar posturas en la vida propia conforme a ésas, sus creencias.
Así nos pasa a los cristianos y nuestras firmes convicciones sobre la existencia de Dios.
Esos dos caminos parecieran dos vías paralelas que van en la misma dirección y que jamás se juntan. Vale escribir que para los cientificistas no existe la menor posibilidad de aceptar lo que no pueden demostrar y para los creyentes no es necesario ver y comprobar para creer.
Sin embargo, con el paso de los años y el arribo de mayor conocimiento científico, cada día hay más hombres de ciencia que aceptan la existencia de una fuerza o poder superior que da orden y sentido a lo descubierto y observado por los seres humanos; tal es el caso del llamado "Big Bang" o gran explosión, que dio origen al universo que intuimos puesto que sólo sabemos de él realidades de sus puntos cercanos, al que muchos le niegan la posibilidad de la casualidad y del que -al hacerle la pregunta sobre la creación- al propio Einstein definió diciendo: "Dios no juega a los dados".
Un ejemplo interesante es el dato obtenido con "El Gran Colisionador de Hadrones" recientemente construido en Suiza, con apoyos internacionales y participación de los científicos más calificados del planeta, para observar el comportamiento de los átomos y componentes; resulta que al pasar los citados Hadrones -partículas subatómicas- por una barrera, lo hacen por ambos lados de la misma. ¿Sorprendido?
En el presente existen teorías de la astrofísica que han puesto en duda muchos de nuestros principios de astronomía y física y pensadores con diferentes tendencias empiezan a dudar sobre el real inicio del universo.
Tengo amigos que creen firmemente en la existencia de otras vidas en mundos y dimensiones diferentes -postura filosófica científica que empieza a tomar fuerza, aunque se refiera a las no evolucionadas e inteligentes- y que el origen de la vida en la Tierra es del exterior; curiosamente, existen evidencias, en meteoritos, de lo que parecieran ser cadenas de aminoácidos; incluso van más allá y hablan de intervenciones de extraterrestres. ¿Lo cree posible?
Abonando a los creyentes, la NASA ha denunciado la existencia de un planeta muy similar al nuestro, sólo más grande, pero tan lejano en años luz que sería impensable, por lo pronto y con la tecnología actual, visitarlo.
Seguramente Usted tiene su opinión particular que debe ser muy respetada por quienes no coincidan en sus creencias y es verdad que a cada día existen más personas que aceptan la creación como un principio intencionado, ordenado y con propósito. ¿Quién, cómo o por qué?
A los cristianos quiero recordarles que la Iglesia Católica Apostólica y Romana, sin aceptar como cierto, evalúa la posibilidad de existencia de vida inteligente fuera de la Tierra, en cuyo caso declara que: "también serían hijos de Dios y sujetos de bautismo", según declaraciones recientes.
Lo que queda como útil y aplicable al diario vivir y convivir de todos nosotros es que, en el caso como en otros muchos, debemos aprender a aplicar cualidades que tenemos semiolvidadas: la tolerancia y el respeto a las creencias del otro.
Desde luego que es maravilloso saber de cierto que la vida es un milagro incomparable y que nuestra existencia, con la inteligencia que poseemos, es la mayor maravilla del universo.
Ahora le pregunto: ¿en qué cree Usted?
ydarwich@ual.mx