¿Dónde quedó la ‘casa del dolor ajeno’?
¿Por qué hablar de un juego? ¿Por qué hablar de un equipo de futbol? Si hay temas más importantes como: decir que nuestros poder adquisitivo retrocedió 20 años; recordar que la inseguridad, aunque menor, nos impide vivir tranquilos, entre otros.
Partiendo de lo anterior, me arriesgaré a tratar de defender uno de mis espacios de salud mental que más disfruto, ir a un partido de futbol al TSM. En ese lugar, olvido aunque sea por un rato, la inseguridad y que este Gobierno quiere hacernos más pobres para mantenerse en el poder.
Dentro del estadio, en una de las entradas está escrito, un viejo eslogan. “La casa del dolor ajeno” yo me pregunto: ¿dónde quedó la “casa del dolor ajeno”? hoy son palabras huecas, sin sustento. Ahora el dolor se queda en casa, la molestia generada por los últimos malos resultados y una Directiva que parece que no escucha, permanece en casa.
Recuerdo que después de un mal partido, ahí en el estadio, uno como aficionado manifestaba su inconformidad, con justo derecho, con rechifla a los jugadores o al entrenador. Ahora alguien de los responsables le sube al sonido todo el volumen, para impedir que se escuchen las voces de desaprobación. Piensan que pueden tapar el sol con un dedo. Y que con esta acción, de impedir la libre manifestación, desaparecerán una realidad: malos resultados.
Considero que hay alguien en la directiva que dejó de escuchar a la gente. Olvidó que cumplir los requisitos del cliente es dar un servicio de calidad por el cual están cobrando. Los números no mienten, si se dan un tiempo y revisan la estadística descubrirán que los resultados de equipo llevan una curva descendente. Quizá con las ventas de los jugadores se ilusionaron, pero las compras de jugadores a precio bajo y los malos resultados a larga les saldrá caro, pues es probable que mucha gente como yo, decida no ir a un estadio dirigido por directivos que los ignoran y ver perder al equipo.
El entrenador, Pedro C. sólo es la punta del iceberg. Atrás de él, hay un afán sin sustento, por mantenerlo: Hay un cuerpo directivo aferrado a una mala decisión y un insólito afán por sostener lo insostenible. Ellos hasta ahorita, cuentan con un alto porcentaje de desaciertos más que de aciertos. Tal parece que este inicio de Liga es un fracaso anunciado. Deseo firmemente equivocarme en esta apreciación, pero sólo un ciego, con perdón de ellos, no puede ver que el barco está en picada.
El Santos-Laguna ya tiene rato que dejó de ser el equipo de todos, ahora es una clase privilegiada que puede darse el gusto de pagar altos precios, como una playera de casi dos mil pesos, ¿traerá hilos o incrustaciones de oro?
Ahora “La casa del dolor ajeno” tiende a desaparecer. Pues el dolor es probable que se quede en casa por bastante tiempo.
Darío Hernández Saucedo,
Comarca Lagunera.