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La mancuerna entre el PRI y el Partido Verde

Más de 30 mil millones de pesos de dinero público invertidos en el pasado proceso electoral (según Jorge Alcocer) para finalmente obtener unos resultados manchados y polémicos y todo porque el PRI y sus aliados tienen miedo justificado de jugar limpio permitiendo que los electores elijan con libertad, sin ser coaccionados y sin comprarles el voto. ¡Y sin violar la ley electoral!

No, no se atreven. Requieren forzosamente de valerse de todas las trampas y triquiñuelas bien aprendidas durante tantos años para “ganar” elecciones y sostenerse en el poder en la forma más desvergonzada. Saben muy bien el rechazo, por hartazgo, por parte de la ciudadanía, a la política de engaño, corrupción e impunidad que siempre ha distinguido al régimen priísta.

De su astucia no hay duda. Los priistas necesitaban un escudo perverso que cometiera todas las violaciones a Ley Electoral, promoviéndose a costos supermillonarios (se desconoce hasta ahora el origen y los montos de dichos recursos), que comprara votos a base de regalos y promesas engañosas y que sirviera de eficaz pararrayos para atenuar la muy devaluada imagen del PRI que hasta su propio líder Peña Nieto ayudó a construir. De esto sirvió el Partido Verde, de parapeto para volver a engañar y hacerse de la Cámara de Diputados en donde seguramente se tomarán decisiones sólo favorables al régimen y a su círculo de beneficiarios aplaudidores pero muy contrarias y lesivas para la sociedad mexicana.

Como sea y pese a todo, los síntomas que se observan en la ciudadanía no se perciben muy favorables para que esta situación continúe indefinidamente. La inconformidad ha ido creciendo y tomando proporciones muy importantes. Mienten las autoridades federales que afirman que el país camina en paz. No, no hay tal, ya que diariamente se manifiestan inconformidades de todo tipo a lo largo y ancho del país y como a dichas protestas no se les da solución pues ahí siguen, creciendo y multiplicándose peligrosamente.

Pero de una cosa ya puede uno estar seguro: el PRI y sus cómplices han entrado por méritos propios a su fase terminal. Los síntomas ahí están si se analizan los resultados de las pasadas elecciones. De diferente forma la ciudadanía ha manifestado su inconformidad y dentro de lo más sobresaliente es el triunfo de los candidatos independientes (y que sin duda desatarán una verdadera revolución) que gobernarán a dos de las ciudades más importantes del país, Guadalajara y Monterrey y el triunfo de Morena en el Distrito Federal. No puede haber señales más claras de que, por fortuna, se acerca el fin del sistema de corrupción, inequidad e impunidad establecido por el PRI y que ha venido ahogando a nuestro país.

Héctor Astorga,

Torreón, Coahuila.

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