La culpa es de Henry Ford
Más importante que el tema del costo de estacionamiento en los centros comerciales es el que las placas oficiales debieran ser tan obligatorias como gratuitas en pro de la seguridad de la colectividad, si acaso pagando el automovilista su costo de producción y algún pequeño importe o contribución extra quizá por gastos de administración o apoyo a Cruz Roja o Bomberos, como siempre. Pero no: en todo lugar tienen un costo y en Coahuila son renovables cada tres años cuando muy bien pueden durar seis y hasta más.
¡¡Qué buena recaudación proveniente de usuarios cautivos!! Es por ello que quien no está peleado con su dinero va a obtenerlas, legal o ilegalmente según sea el punto de vista, al vecino estado de Durango. Las placas oficiales deben ser la forma única de identificar a un vehículo. De esta forma, en caso de que el propietario cometa alguna falta al reglamento vial o se vea involucrado en un accidente puede quedar claramente esclarecida su identidad, aunque huya del lugar si es culpable del mismo. Con otra. Los automóviles de procedencia extranjera que están ilegalmente en el -norte- del país: sus propietarios operan en la lógica de que al no poder plaquear oficialmente tienen la facilidad que les brindan ONAPPAFAs, FEDEPAFAs y toda aquella organización o membrete cuyas siglas acaben en AFA. Claro, porque sus placas falsas y populistas deben ser más baratas que las oficiales.
Cualquiera que posea automóvil y sesera es libre de ir al mall en él y dejarlo afuera si no quiere pagar el estacionamiento. Al igual que es libre, como yo, de ir o no ir. Y si va, de irse a pie, en bicicleta, en autobús. Eso queda en el libre albedrío de cada quien. ¡¡Por favor!! ¿Qué no tienen otras cosas más urgentes en que poner la atención? Por lo visto se ha convertido a nuestros automóviles en cuasi dioses. Los bulevares, pasos elevados y deprimidos están hechos para ellos. Si existen pasos peatonales elevados es para que aquéllos circulen libremente (y poner anuncios espectaculares, claro). Y el gobierno estatal sangra periódicamente el presupuesto del sufrido dueño del automóvil vía tenencias y plaqueos, y ahora el automóvil, que no el dueño, hasta tiene defensores gratuitos que buscan que éste no pague $15 ó $20 pesos cuando vaya al mall, pues claro, ya está sangradísimo. Puro populismo, aunque turbo cargado y que consume gasolina sin plomo. Porque a otros les dan su despensa, su bote de pintura o su boleto para el cine a cada elección.
Estas eminencias solamente andan en busca -por lo menos- de congraciarse con el pueblo (el que posee automóvil, en este caso) porque es obvio que quieren el siguiente cargo público del que se puedan colgar para no tener que trabajar. Porque si ya son diputados locales luego querrán ser presidentes municipales, gobernadores, presidentes de la república y si se pudieran formar en la fila hasta líderes del Tercer Mundo, de la ONU o hasta Papa en el Vaticano. Ya lo dijo Henry David Thoreau en “Desobediencia Civil”: el mejor gobierno es aquél que casi no se mete en la vida del ciudadano.
Y puedo yo agregar: excepto para lo elemental y realmente necesario. Y sí, tan inverosímil como es la propuesta del no cobro del estacionamiento en los centros comerciales es el cierre de mi colaboración: el culpable de todos estos avatares en que estamos metidos es Henry Ford, por habernos traído del mismísimo averno al automóvil, ese auténtico diablo con patas de hule. Y no, a él no podemos reclamarle, airadamente, absolutamente nada.
Lic. Octavio Guerrero Martínez
Comarca Lagunera
