Independencias
La conmemoración de nuestra independencia de España tras trescientos años de saqueo nos lleva a la reflexión para pensar en los beneficios que ésta atrajo y lo que nos falta aún por hacer en el país para considerarnos verdaderamente independientes.
En un mundo donde la globalización ha permeado construyendo sobre costumbres, historia, tradiciones y cultura sus raíces, deja claro el mensaje de que hoy todos los países dependen de todos de alguna u otra forma y que ninguno, por más cuerdo que parezca, debe tratar de salir de ese círculo vicioso al que los han sometido para poder subsistir en el mundo moderno sin una guerra, sin una hambruna, sin un golpe de estado y sin una crisis política.
Las reglas son así y quien intente salir de ellas se aventura a perder lo más sagrado: la libertad.
Pero aún así ¿qué tan independientes internamente somos los ciudadanos de una nación que se declara libre?, ¿acaso no hay otras independencias por la que debemos trabajar?
La independencia que debemos lograr eliminando a doscientos diputados plurinominales y al menos siete partidos que tanto nos cuestan. Tener en nuestros hogares una independencia económica con salarios, ya no dignos, de perdido justos.
La independencia por tener instituciones de salud pública que no sean botín de algunos malos empleados con detrimento en el servicio al derechohabiente. La independencia para tener mejores hospitales, escuelas, áreas de impartición de justicia con funcionarios que al menos sepan cómo impartirla.
La independencia para erradicar la corrupción que conlleva a la degeneración de nuestra persona y el mal ejemplo para nuestros hijos.
Independizarnos de esas dinastías de políticos en donde entra el padre, el hijo y hasta el espíritu santo a una curul y aseguran su vida económica por los siglos de los siglos.
Independientes para no depender de si el Estados Unidos suben o bajan sus tasas de interés, la independencia energética y la alimentaria pagando a los campesinos precios justos por sus productos, ahuyentando a los coyotes verdaderos zánganos, plagas del campo.
Queremos políticos independientes que no tengan que avalar un discurso con el que no están de acuerdo, una acción recaudatoria a favor de su partido, un impuesto desmedido o la aceptación, por dinero, de contratos costocísimos para la población tan sólo por beneficiar a tal o cual compadre o amigo que los apoyó en la campaña.
Necesitamos la independencia cultural, informativa, histórica, económica y política que no se rijan por necesidades de un sistema para seguir creciendo sin las bases de un progreso que lleve a los padres y madres a tener una mejor opinión más allá que las pobres ilustraciones y falsas esperanzas o milagros concebidos sólo en la telenovelas de Televisa y TV Azteca.
Requerimos de una independencia sana que acabe con el tráfico de drogas, de influencias, de convenios legislativos.
Que no nos conviertan en enemigos de nosotros mismos, así empieza el desgaste social, que al ponernos a profesionistas contra profesionistas, entre obreros, contra campesinos, contra maestros, contra médicos, patrones contra empleados, etc. todos cumplimos una misión en México; que no nos conviertan en una torre de Babel entre nosotros mismos, pues somos hojas, raíces y tronco de un mismo país.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.
