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Soñaba volar, soñó que volaba

En el siglo XV nació un niño extraordinario, hijo ilegítimo de un rico noble con la hija de un campesino, cuando el niño tenía cinco años de edad comenzó a demostrar una curiosidad exagerada, era un chamaco de esos que desesperan, que preguntan todo, por qué esto, por qué aquello, sobre todo tenía una especial fascinación por las aves, se preguntaba por qué pueden volar, si él se sentía pegado al piso, y entonces comenzó a soñar que volaba, sentía tan real su sueño que cuando despertaba se decía, “tengo que aprender a volar”. Cuando tenía siete años de edad su madre se caso, y al niño se lo llevaron a su padre biológico, tuvo la suerte que su madrastra, sin hijos, lo adoptó como suyo. El Niño además de su excepcional inteligencia, tenía la destreza manual perfectamente conectada a su cerebro, lo que pensaba lo expresaba con dibujos, pinturas y pequeñas esculturas. Y seguía soñando que volaba, despertaba sonriendo, “lo voy a lograr”, se decía.

A sus doce años de edad su padre lo llevó con el más destacado maestro en artes, el niño con sus dibujos bajo el brazo se los mostró al maestro, el maestro después de verlos le dijo a su padre, déjamelo, a ver qué le aprendo , al parecer el niño había nacido con el conocimiento de la técnica y el suave don de la magia del trazo. Y seguía soñando que volaba. Su ansia de aprender todo lo hizo estudiar ingeniería, biología, anatomía, hidráulica, filosofía, y también lo hizo inventor, y ahí le nació la idea de diseñar unas alas para poder realizar su sueño de volar. Y seguía soñando que volaba, y sentía tan real su sueño que estaba seguro de lograrlo.

Finalmente a los 42 años de edad construyó las alas, con materiales de poco peso, sabía que lo más difícil era el despegue y necesitaba aire en contra encontró un risco a la orilla del mar y decidió que ese era el lugar, acompañado de sus discípulos fue a buscar realizar su sueño. Un jovencito de 17 años le dijo “maestro, es peligroso yo me pongo las alas déjeme a mí intentarlo”, los demás discípulos apoyaron la idea, a regañadientes el maestro aceptó la oferta, le afianzaron bien las alas al muchacho, el maestro lo instruyó, “alza las alas en contra del aire, vas a flotar, para dirigir el vuelo hacia la derecha baja tu ala derecha, y lo mismo con la izquierda, sostén las alas en contra del viento, para bajar inclínate hacia adelante y puedes bajar en la playa o cerca de ella”.

El chamaco con las alas bien puestas, fue impulsado por un empujón por sus con discípulos, se sostuvo en el aire flotando por pocos segundos, las alas se despedazaron y cayó en vertical como un proyectil para estrellarse en las rocas. Después de la tragedia el maestro volvió a pintar y dejó para la posteridad entre muchas otras obras maestras de la pintura universal , “La Última Cena” y “La Mona Lisa “ o “La Giconda”.

Casi quinientos años después dos hermanos que fabricaban bicicletas, construyeron un aparato controlado por el hombre para poder volar, el primer avión, le llamaron “El Flyer”, y así cumplieron el sueño de un genio después de casi quinientos años, cinco siglos después. Yo sí sueño que vuelo, ¿y usted?

Roberto Barranco Aguilar ,

Torreón, Coahuila.

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