Como un fracaso colectivo calificó el viernes pasado la Organización de las Naciones Unidas los intentos por equilibrar la balanza en el tema de la mejora de la calidad de vida de las mujeres. La ONU cuestionó severamente el papel de los líderes mundiales en propiciar una mayor igualdad de género respecto a las metas que se fijaron hace veinte años. La conclusión es preocupante: "en muchas partes del mundo ser mujer es más peligroso que ser soldado".
Si bien la organización destacó que ha habido avances en las legislaciones para disminuir la violencia contra las mujeres, también señaló que no ha sido así en la representación de este sector de la población en los parlamentos nacionales, la cual apenas alcanza el 22 por ciento. Pero los retos también se encuentran en otros ámbitos, como el familiar y laboral.
De acuerdo con cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que agrupa a 34 estados nacionales incluido México, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo amplia, de un 17 por ciento aproximadamente. Es decir, en estos países las mujeres que desempeñan los mismos trabajos que los hombres perciben sueldos menores por cuestiones atribuidas a su género.
Los empleadores "justifican" esta desigualdad con el argumento de que los hombres son proveedores de sus hogares. No obstante, la realidad indica que el número de mujeres que se hacen cargo de sus familias en igual o mayor medida que los hombres ha ido en aumento y esto no ha redundado en una mejora de sus percepciones salariales.
Por si fuera poco, la firma de reclutamiento de personal Manpower advierte que en México las mujeres que salen a trabajar y atienden su hogar laboran entre cuatro y seis horas más que un hombre. Además, las amas de casa tienen que enfrentarse al hecho de que sus tareas domésticas no son reconocidas por la sociedad, un signo claro de injusticia y discriminación.
Otro dato relevante en torno a la desigualdad es que a pesar de que la presencia de la población femenina en el mercado laboral ha alcanzado niveles similares al del sector masculino, sólo uno de cada diez puestos de alta dirección es ocupado por una mujer. Y en muchos casos, los criterios de contratación tienen que ver más con la apariencia física que con la experiencia o la capacidad.
Y en medio de este marco de inequidad, la violencia de género continúa siendo un pesado lastre. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), seis de cada 10 mujeres de 15 años o más en México han sufrido algún tipo de violencia, ya sea verbal, psicológica, económica o física. En la mayoría de los casos, los agresores son sus parejas, pero también se ha detectado a adolescentes que agreden a sus madres. En Torreón, según las cifras de la Unidad de Víctimas de Violencia Familiar y de Género de la Dirección de Seguridad Pública, 40 por ciento de las mujeres atendidas han sido víctimas de sus propios hijos.
Si de algo pueden servir fechas como la del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es para visibilizar los problemas que sigue enfrentado la mitad de la población mundial, analizar los avances y retrocesos que existen en la equidad de género y plantear nuevas alternativas para mejorar las condiciones de vida de las mujeres. Hoy más que nunca es imperativo entender que no existe otro camino para que nuestra sociedad progrese que el respeto a los derechos de todos y cada uno de sus integrantes. Y en este sentido, aún queda mucho por hacer.
