A Bale se le reclama que en ocasiones peca de individualista cuando a sus costados tiene compañeros con mejor posición para rematar de cara al arco rival. (EFE)
Vivió una situación injustificable en el Santiago Bernabéu en uno de sus mejores días. Bale exhibió las virtudes que le convirtieron en el fichaje más caro de la historia del Real Madrid para empujar al equipo de Carlo Ancelotti a la esperada reacción. Velocidad, desborde, pegada. Pagó el peaje en forma de silbido por una acción clave en la derrota de Mestalla, cuando pecó de individualismo.
La fama de chupón le acompaña pero el Real Madrid sabía lo que fichaba y lo que juntaba a un futbolista como Cristiano Ronaldo. Su relación es buena pero el portugués tuvo un gesto inapropiado con su compañero. Bale que disfrutaba de su día contra el Espanyol, encaró a Kiko Casilla tras una elegante carrera pero definió mal. En el mano a mano nunca tuvo que mirar a un lado, donde el portugués esperaba el pase. Los aspavientos de queja echaron encima a la afición madridista. La exigencia a las estrellas siempre fue máxima en la grada pero hay casos difíciles de explicar. El galés aprendió una lección.