Gigantes de nuestro tiempo
Hace cuatro siglos años Galileo revolucionó la percepción del Universo. Con sus telescopios pudo navegar entre la sombra y la luz que evidenciaban las montañas de la luna, los satélites de Júpiter y las manchas solares, entre otros componentes de la naturaleza jamás vistos y con los que sorprendió al mundo a través de sus inventos. Los astrónomos en la actualidad esperan que una revolución similar pueda abrir nuestra visión del Universo en un futuro cercano.
El Telescopio Gigante de Magallanes (GMT) se perfila como el miembro más distinguido, cuando menos a corto plazo, de una nueva generación de gigantescos telescopios construidos sobre tierra firme. Esta muestra de la tecnología moderna está siendo construida en el Observatorio de Las Campanas en Chile a una altura de 2550 metros sobre el nivel del mar y se contempla que quede listo en 2021 con un costo superior al billón de dólares. Otros telescopios con similar poderío también empezarán a operar después de esa fecha para obtener datos que mantienen a los científicos como niños a punto de entrar a una heladería, pues muchas de las teorías respecto a la formación del Universo podrían tomar nuevos rumbos.
Las expectativas sobre el Telescopio Gigante de Magallanes (GMT) se han mantenido no sólo ahora que dio inicio su construcción, sino desde hace varios años que se empezó a trabajar en los pormenores de su diseño, pues es un prototipo revolucionario de la ingeniería moderna. Es un telescopio segmentado que utiliza siete gigantescos espejos como estructura principal, mediante la que se espera lograr una resolución 10 veces mayor que la del telescopio espacial Hubble.
Los espejos están hechos de vidrio de baja expansión moldeados en una estructura con forma de panal. Un espejo gigante ya ha sido creado como ejemplo de los precisos requerimientos de manufactura, como el pulido con una precisión de 25 nanómetros. Otros tres están siendo procesados y se espera iniciar paulatinamente la producción de los siguientes en los próximos tres años. Después de pulirse, la superficie de los espejos es cubierta con una capa delgada de aluminio para lograr la reflectividad máxima. Otra de las características que evidencian la potencia de un telescopio de este tipo es el diámetro de su abertura principal, pues mientras más grande sea capta más luz y, potencialmente, mayor resolución angular. La resolución de este telescopio es de 24.5 metros de diámetro.
El proyecto de GMT es obra de un consorcio internacional de diversas instituciones especialistas en astronomía como el Instituto Carnegie para la Ciencia, la Universidad de Harvard, la Fundación de Apoyo a la Investigación en Sao Paolo (FAPESP), el Instituto de Astronomía y Ciencias Espaciales de Corea y la Universidad Nacional de Australia, entre otras. Precisamente en esta última institución trabaja el profesor Brian Schmidt co-ganador del Premio Nobel de física en 2011 por su trabajo que muestra que el cosmos se expande a un ritmo acelerado. Es así, que este novedoso instrumento de observación astronómica permitirá penetrar en el estudio de la llamada arqueología galáctica, que muestra el impacto de la evolución de las galaxias.
El Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos (LSST) y el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT) son otros dos instrumentos del género que comenzarán a trabajar después del 2020. También se ubican en territorio chileno, que dada su localización geográfica y sus cielos libres de contaminación lumínica, concentran el 40% de la observación astronómica en el mundo.
Principalmente la zona del Desierto de Atacama es considerada de las mejores en el mundo para el desarrollo de la astronomía. Las condiciones geográficas y climáticas, como su clima seco que impide la formación de bruma, así como sus altas cumbres; permiten una mejor observación de los fenómenos astronómicos. Otro factor que redunda en una mejor apreciación del cielo es su baja contaminación lumínica y radioeléctrica, por la falta de poblaciones en sus cercanías.
PARA VERTE MEJOR
Entre algunos de los observatorios más importantes en Chile, y que concentran alrededor de una docena de instalaciones astronómicas, se encuentra ALMA, una asociación internacional entre Europa, Norteamérica y Asia del Este; y el Observatorio Paranal, dependiente del Observatorio Europeo Austral o del Sur (ESO). Este último es una organización fundada hace 53 años que concentra a dieciséis países miembros plenos y sus fundadores son: Bélgica, Alemania, Francia, Países Bajos y Suecia.
Actualmente el proyecto más importante del ESO es precisamente el telescopio E-ELT, formado por varios espejos hexagonales que le darán a su estructura principal un diámetro de 39 metros. El espejo principal se compone de casi 800 segmentos hexagonales. Es así que el "Gran Ojo" del telescopio abarcará casi la mitad de la longitud de un campo de futbol y reunirá a 15 veces más luz que los telescopios ópticos más grandes que funcionan en la actualidad. El telescopio tiene un diseño de cinco espejos que incluye una avanzada óptica que corrige incluso la visión sobre las atmósferas turbulentas espaciales, dando una calidad de imagen prácticamente impecable.
Sus objetivos son muy similares al del Gigante de Magallanes, pues incluyen la búsqueda de planetas como la Tierra alrededor de otras estrellas, donde podría existir vida.
También buscan realizar arqueología estelar en galaxias cercanas y mediante ésta realizar contribuciones fundamentales a la cosmología al estudiar las propiedades de las primeras estrellas y galaxias.
De igual forma, se pretende sondear la naturaleza de la materia y energía oscura. Finalmente, otro de sus objetivos es el estudio de los sistemas protoplanetarios y los exoplanetas.
Para el holandés Tim de Zeeuw, director del ESO, la búsqueda de planetas fuera de nuestro Sistema Solar constituye un elemento fundamental para responder la pregunta más frecuente para la humanidad en relación al espacio: ¿Hay vida en otros lugares del universo? Precisamente con otro de los telescopios de esta organización, el Telescopio Muy Grande (VLT), se ha logrado la observación de alta precisión de exoplanetas, paso fundamental, según la consideración de los expertos, hacia una de las metas más importantes de la astrofísica moderna: la caracterización de la estructura física y composición química de planetas que podrían ser similares a la Tierra.
En el caso del LSST, su majestuosidad no radica precisamente en sus dimensiones. Estará constituido por un solo espejo principal de 8.4 metros y un campo de visión de 9.6 grados cuadrados, pero su poderío radica en otro de sus componentes principales: una cámara de 3 mil 200 megapixeles que le permitirá obtener imágenes de una superficie similar a la ocupada por 40 lunas.