Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

Gracias... ¡gracias por mis recuerdos!

DR. LEONEL RODRÍGUEZ R.

Siempre, siempre la he considerado como mi segunda población adoptiva, la amo, jamás la he olvidado y trato de visitarla lo más frecuente que me es posible como muestra de gratitud, máxime que en ella quedaron parte de nuestros ancestros.

Platico de ella con gran orgullo y lo mismo he hecho al escribir artículos y reportajes que he tenido la satisfacción de ver publicados en medios de comunicación, tanto de Saltillo como de Piedras Negras y Torreón.

Un grato sabor de boca me queda de aquellos reportajes que le dediqué hace varios lustros cuando de un mineral de gran prestigio nacional e internacional, fue elevado al rango de ciudad, y celebraba, como emocionada jovencita y con gran pompa, el quince aniversario de tal acontecimiento.

Su historia ha quedado plasmada por numerosos escritores y sobre todo por el Cronista de la ciudad, y en realidad es un orgullo conocer de sus orígenes. Un gran mural que se ubica en el Palacio Municipal narra cronológicamente de estos acontecimientos y presumo que el autor del mismo es mi amigo, hijo de otro amigo de mi juventud y a quien también le he dedicado merecidos reportajes.

Llegué en compañía de mis padres y cinco hermanos, cuando tan sólo contaba con un año de edad, a esta población. Fue allí donde realicé mis estudios de primaria, posteriormente un curso comercial de tres años, aun cuando mi deseo era ingresar a la única secundaria que por aquellos años, mediados de la década de los cincuenta, existía; sin embargo, era la época que obedecíamos a pies juntillas las decisiones de los padres y con esa escasa educación estábamos más que preparados para ponernos a trabajar.

Existía la empresa minera, la famosa ASARCO, que daba cabida a cuanto joven quisiera trabajar en ella, máxime cuando contaba en su haber con alguna educación, pues para trabajar en el interior de sus minas, no se necesitaba más que las ganas y el coraje necesario para profanar su interior y arrancarle el oro negro que era tan cotizado a nivel nacional e internacional. Por aquellos entonces, en esta población minera tan sólo existía un gran número de escuelas de instrucción primaria, una secundaria, una preparatoria y una escuela para cursar la carrera de ingeniería minera que nació gracias a la inquietud de algunas personas adultas preocupadas por el futuro de los jóvenes de la población que no podían salir de sus hogares a continuar preparándose en la capital del estado, la capital del país o bien en alguna universidad de los vecinos estados.

Afortunadamente, para los estudiantes que se animaban a ingresar a esta incierta carrera profesional, que no sabían si tendría reconocimiento, se crea en l957 la Universidad de Coahuila, y para el beneplácito de todos ellos, esta escuela es reconocida y a la vez viene a formar parte de sus escuelas profesionales fundadoras. Al poco tiempo, se agrega una preparatoria diurna que da cabida a jóvenes que no alcanzaban cupo en la preparatoria federal.

Para fortuna de muchos jóvenes trabajadores de la empresa minera y de otras escasas fuentes de trabajo, se crea ese mismo año, una escuela secundaria vespertina que nos brindó la oportunidad a muchos inquietos jóvenes, no tan sólo de la población donde vivía, sino también de muchos de sus alrededores, cursar por las tardes estos estudios.

Después, quedábamos nuevamente en el limbo, no había manera de seguir adelante sin necesidad de salir de la población, era necesario realizarlo trabajando, no había una preparatoria que nos permitiera seguir adelante realizando ambas tareas y fue allí donde entramos en acción: Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña.

Nos organizamos un grupo de jóvenes y empezamos a agenciar la creación de una preparatoria nocturna para trabajadores, escribimos extensas misivas a la gerencia de la empresa minera, al sindicato de los trabajadores mineros, a la rectoría de la entonces Universidad de Coahuila y su silencio fue ominoso, jamás recibimos contestación a nuestras inquietudes, a nuestras peticiones.

No obstante, jamás nos rendimos. Recuerdo que se iniciaban los cursos del año escolar en todas las escuelas y ese inquieto grupo de trabajadores no recibía respuesta a su solicitud de implantar en las ya entonces modernas instalaciones de la Escuela de Minería la preparatoria nocturna que tanto deseábamos y que ya no tanto pedíamos que fuera absorbida por la universidad, sino que estábamos dispuestos a que funcionara como privada, es decir, pagando cuotas de inscripción y mensualidades.

Nuestro tesón, nuestra insistencia fue tanta ante el director de la escuela profesional que un día, para ser más exactos, la noche del viernes l7 de septiembre de 1965, nos dice: "Muchachos, el próximo lunes 20 se inician los cursos de la Preparatoria Nocturna, anexa a la Escuela de Minería".

Para hacer inolvidable esta fecha, semanas después, al integrar la Sociedad Estudiantil, impusimos esta fecha "20 DE SEPTIEMBRE", de la cual fui su primer presidente.

De estos gratos sucesos, de estos imborrables recuerdos, el domingo 20 de septiembre del 20l5, se cumplieron cincuenta años de estos acontecimientos. Mi segunda población adoptiva, durante este medio siglo, es otra, ha progresado aun a pesar de que la empresa minera ha desaparecido.

Afortunadamente, no tuvo el fin de la mayoría de los centros mineros: convertirse en un "pueblo fantasma", todo lo contrario, encontramos progreso, modernización, juventudes con futuro y deseos de continuar por este camino; actualmente, los egresados de las escuelas preparatorias que existen, que ya son varias y las que se encuentran en poblaciones vecinas, tienen la opción de continuar con una buena variedad de carreras profesionales que existen en la región, podemos agregar que ya no estudia tan sólo el que no tiene aspiraciones de luchar por un mejor futuro para ellos y los que algún día dependerán de ellos.

Y aunque es cierto que esa escuela nocturna que nos brindó a gran cantidad de trabajadores la oportunidad de continuar con una carrera en la misma población y/o bien salir a otras ciudades del país, ya no existe físicamente, no es olvidada por muchos de sus egresados, todos adultos más que mayores la llevamos en nuestra mente y nuestros corazones con una gratitud perenne, ya que nos brindó la oportunidad de alcanzar nuestros ideales, lo que por aquellos entonces eran tan sólo sueños que años después hicimos realidad.

leonelrodriguez42@live.com.mx

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1163048

elsiglo.mx